Entregar contenidos educativos para los niños y jóvenes que no pueden acceder a clases online por falta de herramientas digitales y conectividad, es el principal objetivo que tendrá la radio comunitaria de la escuela Emilia Romagna de Traiguén. El establecimiento municipal obtuvo, por parte de la Subsecretaría de Telecomunicaciones, un permiso experimental de radiodifusión sonora, el que permitirá concretar un antiguo anhelo de esta escuela de más de 450 alumnos.

La directora del establecimiento, Andrea Muñoz, explicó que el proyecto surgió en el año 2012 con la idea de implementar una radio escolar para incrementar la lectura en los estudiantes. Con el paso de los años, se logró concretar una importante inversión para adquirir el equipamiento técnico para implementar una radio comunitaria.

"Estamos muy agradecidos del trabajo de la Subtel, quienes acogieron nuestra solicitud y nos otorgaron la orientación necesaria para acceder a este permiso, el que nos permitirá activar este sueño que es la radio comunitaria. También quiero destacar las gestiones y preocupación de la senadora Carmen Gloria Aravena, quien en diciembre del 2020 tomó conocimiento de nuestro proyecto y nos acompañó en forma constante hasta que logramos concretar este anhelo", sostuvo la directora.

La senadora Carmen Gloria Aravena indicó: "Estamos muy felices y agradecidos de la Subtel, este proyecto es innovador y realmente necesario para las familias que viven en zonas rurales, con difícil acceso, donde la conectividad es mínima. La radio comunitaria de la escuela Emilia Romagna no solo permitirá apoyar el aprendizaje de los alumnos, sino que también se transformará en una red de apoyo para las familias y toda la comunidad, sobretodo, en el contexto de pandemia, que tanto ha afectado a nuestra Región".

Desde hace un buen tiempo, la melodía de la mentira política está marcando la ruta en nuestro país. Peligrosamente, está echando raíces y muchos la están regando. Lo correcto está perdiendo con facilidad ante lo popular. Los egos enceguecen y el orgullo confunde. Cada vez más los sinsentidos están a la orden del día y hay poca voluntad para desnudarlos.

Así pues, vemos cómo se aprueban proyectos de ley donde se favorece al estrato más rico de la población, pero en su exposición de motivos apuntaba supuestamente a los más vulnerables; es notable cómo se prometen soluciones sin la mínima evidencia práctica; se distingue cómo las emociones pesan más que los contenidos; y, finalmente, se advierte cómo se dibujan fines hermosos, pero utilizando medios horrorosos.

Lamentablemente, las soluciones mágicas u «ofertones» están invadiendo a nuestro sistema político, como si de un virus se tratara. Y, aparentemente, la variante que está contagiándonos con intensidad es esa que se alimenta del Show Business, de la cultura del entretenimiento que todo lo vende en pantalla, de esa banalidad que definió con precisión Vargas Llosa en su libro "La civilización del espectáculo", en fin, de la mismísima fantasía del mundo del arte y el espectáculo.

Lo más amenazante de esta variante, es que está penetrando a la clase política de forma transversal y duele ver cómo el espacio de la sociedad, que tiene la obligación de mantener su capacidad analítica, sobriedad y prudencia, dada su envergadura y trascendencia, esté siendo presa fácil de la frivolidad y el personalismo ramplón.

Por esta razón, se puede explicar por qué no hemos sido capaces de llevar a cabo reformas realmente profundas en distintos ámbitos, sino que solamente nos hemos dedicado a resolver la mayoría de los problemas complejos a través de medidas provisionales o, si usted quiere, con pequeños paliativos, lo cual trae como resultado que «todo cambie para que nada cambie». Es decir, esquivamos los debates difíciles y los tapamos con medidas temporales o simples parches.

Además, tal vez esto también pueda explicarnos por qué nos cuesta tanto volver a ese Chile que conversaba reflexivamente sobre el largo plazo y confiaba en la sana construcción de políticas de Estado.

A decir verdad, hoy el liderazgo político no defiende principios ni ideas. De hecho, podemos ver cómo se están vendiendo -supuestas- propuestas de políticas públicas claramente perjudiciales en base a la evidencia que les da las redes sociales, o ver efectivamente cómo se ofrecen soluciones analgésicas al ritmo del flautista de Hamelin (nos sobran los ejemplos).

Este modo de hacer política está empujando a la profundización de los males. La mentira política es una bestia incontrolable que, aunque esté llena de contradicciones y aberraciones, es muy seductora. No tiene visión de país -y tampoco la busca-, no encara los desafíos con sentido republicano -tampoco le interesa-, no le explicará las cosas dolorosas a la ciudadanía -y ni quiere- porque su renta es vender falsas ilusiones. Y, lamentablemente, para esto no hay una cura efectiva.

Sin embargo, denunciar sus horrores, retomar el bien común, fortalecer diariamente a nuestras instituciones, reanudar la mirada a largo plazo y apelar a la rigurosidad en el debate de las políticas públicas, deben ser los antídotos que tengamos a la vista para contener este virus que, por cierto, viene incluso con una melodía muy hechizante. He ahí su peligro.

Felipe Kast

senador Evópoli

por La Araucanía