Se piensa erradamente en la descentralización como una especie de "disputa" entre el centro y la periferia y no como un proceso continuo y en permanente evolución donde es clave la coordinación multinivel, es decir, aquella relación que permite un adecuado desarrollo de acciones comunes y colaborativas entre gobierno nacional, regional y local. Esto es especialmente importante en procesos de transición, y cuando el desarrollo de los planes estratégicos y ejercicio de las competencias requiere de la acción concertada de varias entidades territoriales, como son los gobiernos regionales y municipalidades.

Adicionalmente, se debe consignar que entre los siete candidatos a la Presidencia de la República hay diferencias sobre el valor que tienen en sus propuestas los territorios locales. Mientras algunos tienen un capítulo especial, otros apenas lo mencionan como una característica que primaría en una eventual administración de su gobierno.

En relación a la labor de la Convención Constitucional, diversos organismos han planteado que en una nueva Carta Magna es fundamental garantizar la unidad del Estado chileno, pero al mismo tiempo posibilitar que las entidades territoriales y locales puedan decidir de forma más autónoma sobre aspectos que conciernen a su realidad territorial, regional y local, manteniendo las competencias del nivel central para aquellas materias que trasciendan a esos niveles. En otras palabras, se trata de aplicar el principio de la subsidiariedad territorial, que establece una preferencia de gestión de los asuntos públicos al nivel más descentralizado posible.

Otro aspecto que asoma como clave es sustituir la fuerza homogeneizadora que caracteriza a las políticas públicas en Chile, que no permite que se expresen de manera propositiva las diferencias y potencialidades de cada Región, ya que hasta ahora se ha resguardado con inusitado celo que todo se haga de igual forma en cada uno de los territorios.

El trabajo de un juez consiste, fundamentalmente, en evaluar pruebas, aproximarse críticamente a la realidad concreta de las evidencias ofrecidas en el juicio; percibir por sus sentidos el desempeño de un testigo, su coherencia, la correspondencia del relato con la documentación que se le presenta. Es una labor que ahonda en el presente, que reconstruye los hechos a partir de un análisis técnico, de ciencia jurídica que prescinde de las opiniones de terceros, de sus motivaciones y creencias.

La masa suele ser crítica de esa labor por dos razones. Primero, por que la desconoce, y el reclamo resulta mas fácil y vistoso que intentar acercarse con el intelecto abierto a las motivaciones de una sentencia judicial, y además, porque el método utilizado para formarse opinión es de una mediocridad abismante; de una simpleza que limita con la indiferencia, que ahonda en las pasiones e insiste brutalmente en adecuar cada fenómeno social a los prejuicios, miedos y resentimientos personales.

Para el contexto país, inserto en un período eleccionario de alta agitación política, sugiero emular el trabajo de los jueces. Métale lápiz y haga cálculos, no tenga miedo. Acérquese confiado a la ciencia, a los números, al menos en ese mundo no obtendrá mentiras. Confíe en el conocimiento, ahí se encuentra la más poderosa y elemental reserva de libertad. Formule preguntas, perciba con ojos de investigador el devenir de la política y la economía. Indague, evalúe y obtenga conclusiones objetivas. Es un imperativo, casi una obligación para el ciudadano diligente. En la vereda contraria se encuentra aquel que se compró la consigna sin evaluar cuanta verdad acumula; que se acomodó a la protesta porque le resulta mas lucrativo. Todo subjetivo, como quien confía en sus instintos por sobre la evidencia de una operación aritmética, ciego frente a un presente que ha superado con creces la invención de la rueda o la lógica de las revoluciones del siglo pasado.

Obtenga su propia sentencia, forje sus argumentos en base a elementos de juicio consistentes y comprobables. Para el particular no resultan útiles las diversas interpretaciones de la historia que proliferan en búsqueda de incautos a los que reclutar y atraparlos en su versión de lo real. Desconfíe, los hechos de la historia son únicos, sus interpretaciones, miles, cientos, millones. Cuanta verdad acumulan los sucesos del pasado, tarea difícil, aun para los antropólogos. Apenas podemos reconstruir piezas arqueológicas, libros, fragmentos materiales de un ayer, las causas del decaimiento y extinción de las civilizaciones es un asunto complejo, aunque parece que algo tiene que ver con la natural y progresiva evolución de las sociedades, que reconfigura mapas, asentamientos urbanos, entierra lenguas y tradiciones a cambio de otras que emergen y se imponen. Es el movimiento de la vida humana, siempre inquieta, hacia adelante, activa y feroz. Al igual que el avance de la naturaleza, que no respeta las ansias, los anhelos, los deseos humanos. No es posible activar una tregua con la tierra, con el tiempo. Somos meros espectadores de una sucesión de fenómenos imposibles de frenar, solo se cuenta con el presente, como este mismo momento en que usted está terminando de leer las líneas que le presento. En este ahora es cuando usted puede activar la lógica de la indagación, pellizcar su inteligencia y tomar una decisión: atrapar realidades.

Gonzalo Garay,

abogado y escritor