A no olvidar
Se requiere definir algunas tareas prioritarias y sacarlas adelante para comenzar a dar respuesta a las demandas. Nuevo señor Presidente, hay que corregir y mejorar nuestra educación en casi todos sus estamentos.
En unos días más Chile tendrá nuevo gobierno, una Cámara de Diputados renovada completamente, un Senado parcialmente, y nuevos miembros de cores regionales.
Durante el último mes correspondiente a la campaña legal, hemos conocido y escuchado todo tipo de ofertas, análisis de problemas y soluciones, sin embargo, en mi caso particular aprecio que el tema de la educación en su acceso, calidad y financiamiento, ha sido eludido casi en toda su extensión por los 7 candidatos presidenciales.
Quedan a partir de ayer solo dos, siempre que ninguno de ellos obtenga el 50% más uno, en cuya circunstancia no habrá segundo vuelta.
Chile en materia de analfabetismo tiene un guarismo destacable al no superar el 4% y en el nivel de enseñanza media tiene una gran cobertura. El quid del problema es que las o los jóvenes que no continúan en la enseñanza técnica o universitaria es muy improbable que se ubiquen en un nivel socio económico mejor para enfrentar la carestía que significa el día a día en nuestro país, uno de los más caros de Latinoamérica.
Una de las realidades es mejorar la calidad de nuestra educación pública en la básica y en la media; una radiografía oficial en esta materia nos indica que solo un 36% ingresa a la pública, el resto lo hace en la educación pagada y en algunos colegios subvencionados, especialmente religiosos.
Es raro que ninguno de los que desean dirigir Chile haya presentado un programa concreto para obviar estas realidades. No puede existir educación de cierta calidad "para ricos y pobres".
En el año 1981 el régimen militar hizo coherente su convicción decididamente neoliberal en el ámbito de la educación superior. Dicha reforma creó una nueva relación entre Estado y universidades, orientadas progresivamente al autofinanciamiento de la educación superior.
El sistema de educación superior con muchos problemas no enfrentados y menos resueltos, está constituido por instituciones estatales y privadas, las que se pelean el mercado de diferentes formas. Hoy existen más de 250 instituciones de las cuales 66 son universidades, cerca de 70 institutos profesionales y 120 centros de formación técnica.
En materia de universidades estatales, 16 lo son, y 9 universidades privadas que reciben aportes del Estado y las que concentran el mayor porcentaje de alumnado. Actualmente solo el 9,4 % de los jóvenes universitarios proviene de hogares de los quintiles más pobres, en cambio el 65% de los jóvenes provienen de los sectores más acomodados.
En palabras directas, esto significa que el Estado no está garantizando aún la igualdad de acceso a las Universidades.
Las universidades privadas, con excepciones notables, no desarrollan la investigación ni la extensión, lo que empobrece el sentido profundo de la Academia y de la docencia.
Entonces, nuevo señor Presidente, hay que corregir y mejorar nuestra educación en casi todos sus estamentos. Tales criterios deben estar, eso sí, en estricta dependencia del principio superior de la libertad de enseñanza, la que no debe ser coartada por el Estado.