Envejecimiento poblacional
No parece que Chile esté adoptando las correcciones para enfrentar este escenario.
El envejecimiento de la población es una realidad, inversamente proporcional al número de nacimientos. Es evidente que desde hace unos años la natalidad en nuestro país muestra retrocesos que hacen insuficiente asegurar el recambio generacional. Esta situación abre un problema estructural, ya que observamos una población en franco envejecimiento, a menos que como sociedad trabajemos en políticas de incentivo a la natalidad. Sea cual fuere la decisión, no parece que Chile esté adoptando las correcciones para enfrentar tal desafío. No hay políticas que incentiven la natalidad. España, por ejemplo, aprobó hace unos años un subsidio de 2.500 euros a las familias que tengan un niño. Pero Chile parece ir por la vereda contraria. Somos el país en el que las familias deben hacer el mayor esfuerzo económico para poder educar a los hijos, según un estudio de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (Ocde).
Tales luces darían cuenta que el tema económico es capital al definir el número de hijos. Por ello, el grueso de la clase media estima como ideal el número de uno a dos hijos, cifra manejable en términos de los costos que implicaría su cuidado y especialmente por la inversión requerida en educación, que se ha ido extendiendo. Hemos pasado, en el plazo de una generación, desde una exigencia de educación secundaria hasta una profesional o técnica, lo que implica al menos cinco años de estudios de pregrado. Hay otro fenómeno global: el fuerte ingreso de la mujer al mundo del trabajo, por lo que se ha postergado la familia por la búsqueda de recursos y el necesario crecimiento de ese segmento.
Las estimaciones dicen que el envejecimiento poblacional en Chile seguirá aumentando y todas las regiones evidencian un proceso creciente en este ámbito. Es cierto que la población vive más, pero también enfrenta más enfermedades.
Es necesario revertir esta tendencia; por ello deberían atacarse de raíz las consideraciones que afectan el número de nacimientos, porque las familias relacionan el número de hijos a sus condiciones económicas o al costo que significa su atención y desarrollo.