Faltan menos de dos semanas para el retorno a clases para miles de estudiantes de enseñanza básica y media, un regreso que este año, a diferencia de 2021, será presencial de forma obligatoria, de acuerdo a lo señalado por el Ministerio de Educación.

Fue en marzo de 2020, con la detección de los primeros casos de coronavirus en el país, cuando muchos establecimientos escolares tomaron la decisión de suspender las clases de forma presencial, como una forma de prevenir los contagios y evitar la posible exposición de los menores al virus, lo que finalmente fue adoptado como medida por el Ministerio de Educación.

Son varias las dificultades que presentó la adaptación al nuevo sistema telemático, marcado por las dificultades de conectividad digital, el confinamiento de las familias en sus hogares y la complicación para avanzar en el aprendizaje sin la necesaria guía personalizada de los profesores. El proceso fue difícil y afectó a la comunidad escolar completa, es decir, a profesores, alumnos, apoderados y padres, que debieron hacer un esfuerzo conjunto por integrar las nuevas rutinas y maximizar sus capacidades para acoger los nuevos procesos educativos.

El año pasado, a mediados de año e inicios del segundo semestre, los indicadores sanitarias mejoraron y poco a poco se comenzó a utilizar el sistema híbrido de clases, que permitió retomar la asistencia en grupos y con organización de horarios especiales. Además, el proceso de vacunación avanzó a los menores de edad, lo que poco a poco fue dando la impresión de una mayor seguridad para los escolares que asistían a las aulas.

Las autoridades comunales destacan la importancia de volver a clases, ya que esta sería la mejor forma de recuperar terreno desde el punto de vista educativo, pero no estarían preparados para sobrellevar el formato presencial. Es esencial que la autoridad de Educación y de los municipios revisen medidas, analicen escenarios y entreguen un buen trabajo en común que beneficie, especialmente, a los estudiantes.

Los medicamentos son la principal herramienta terapéutica para la prevención y tratamiento de enfermedades. Su uso racional, adecuado, y oportuno acceso permiten mejorar la calidad de vida de millones de pacientes en el mundo, por lo que su legislación y regulación debiera constituir una de las principales preocupaciones de los sistemas de Salud Pública.

Sin embargo, y como toda herramienta, no son inocuos, y sus óptimos resultados se obtienen de un correcto diagnóstico y prescripción médica, así como una dispensación adecuada a las necesidades del paciente. Cuando esta triada entre el paciente, prescripción médica y dispensación farmacéutica falla, se pueden generar vicios en el sistema de salud como la automedicación.

De acuerdo a un estudio realizado por el Centro de Información Toxicológica de la UC (CITUC), la automedicación es un problema de salud importante, ya que los medicamentos constituyen la primera causa de intoxicaciones en el país con un 58% de los casos. En este sentido, los medicamentos de venta libre que constituyen un 15% del mercado, como los analgésicos, antihistamínicos y antidiarreicos son, los que presentan más comúnmente problemas relacionados con medicamentos.

Otro estudio realizado en 2019 por la Universidad de Valparaíso, con datos del Ministerio de Salud, reveló que cada año cerca de 11 mil personas son hospitalizadas producto del mal uso de medicamentos asociados a tres fuentes: uso continuo, extensa duración de tratamiento prescrito por médicos y automedicación. De acuerdo a este análisis solo en 2017 fallecieron 115 personas por estas causas y los grupos poblacionales más afectados son los lactantes, preescolares, adolescentes y adultos mayores.

El químico farmacéutico juega un rol imprescindible en la educación de la población respecto al correcto uso del medicamento. Entendiendo a la farmacia como un centro de salud, es un profesional al que la población puede acceder de manera gratuita a su consejería.

En el último tiempo, la creciente venta ilegal de medicamentos en ferias libres se ha transformado en una importante fuente de automedicación. Estas se han convertido en verdaderas mafias, cuyos precios son idénticos o incluso mayores a los de las farmacias, por lo que su diferencia radica en la no exigencia de recetas médicas.

Es de esperar que las nuevas autoridades de salud releven este tema, no solo persiguiendo legal y criminalmente a quienes trafican medicamentos, sino que también promoviendo un acceso a una salud pública oportuna y efectiva, ya que de no ser así la automedicación seguirá hospitalizando y matando a más personas en nuestro país.

Mauricio Muñoz Llano, director de carrera de Química y Farmacia

Universidad Andrés Bello