El legado del hermano Carolo
Carolo fue un formador de varias generaciones de periodistas del Diario El Austral. A muchas y muchos, entre los que me incluyo, nos enseñó aquellas técnicas que no se aprenden en la universidad.
No estudió para periodista, pero era uno de los mejores. Pocas veces lo vimos sentado frente a un teclado, pero era un maestro para contar historias. Nunca fue autoridad, ni postuló a un cargo público, pero lo saludaban en la calle como si fuera un alcalde. Bondadoso, sencillo, a veces gruñón, pero generalmente el alma de la fiesta, un enamorado de su familia, de su Diario El Austral, de sus amigos, de sus colegas y, principalmente, de la vida. Así era Enrique Carol Larenas Fuentealba, "El Carolo" o, simplemente, "El hermano".
Quienes tuvimos la fortuna de trabajar con él, seguramente, podríamos estar horas y días enteros contando anécdotas y aventuras que vivimos a su lado. Sin embargo, aparte de su cordialidad, calidez y empatía, el gran legado que nos deja es su mirada de la vida, donde la solidaridad, la humildad, la gratitud, la simpleza y el profundo amor por la familia; por su compañera Maruja, sus hijos Carola, Marcelo y Mauricio, y sus tres nietos; lo situaban como un personaje especial, que hoy más que nunca toda una comunidad le reconoce.
Carolo fue un formador de varias generaciones de periodistas del Diario El Austral. A muchas y muchos, entre los que me incluyo, nos enseñó aquellas técnicas que no se aprenden en la universidad. Nos transmitió su olfato noticioso, la importancia de la inmediatez y de la rigurosidad, a estar atentos ("más despiertos cabros" nos decía a menudo), porque él siempre quería que llegáramos primero, a cualquier hora o lugar, habilidad que aprendió antes de llegar a El Austral, cuando se desempeñó en otra de sus pasiones: la radio.
Si no conocíamos a alguien, él nos presentaba. Si teníamos algún temor, él nos protegía. Si nos bajoneábamos por algún error, él nos alentaba. O si solo queríamos hablar, él nos escuchaba. Siempre con un abrazo, una frase divertida o, sencillamente, una sonrisa.
Nuestro Carolo fue más que un funcionario de El Austral, donde trabajó por más de tres décadas. Carolo era una institución, un ejemplo, nuestra cara visible en los barrios temuquenses, nuestro solucionador de problemas, para algunos como un segundo padre, pero para todos "El hermano".
Ahora, en tu trayecto más importante, te deseamos buen viaje. Gracias por todo, y por tanto, hermano Carolo.
Mauricio Rivas Alvear
director Diario El Austral
de La Araucanía