Robo de cables
El alto precio del metal ha llevado al surgimiento de bandas organizadas que roban los cables o compran cables robados. El robo de cables de cobre de infraestructuras de telecomunicaciones y de distribución de electricidad es un delito que afecta a muchas ciudades.
En el último trimestre de 2021 las empresas de telecomunicaciones iniciaron más de 470 acciones judiciales por corte y robo de cables de cobre, cortes de fibra óptica, y robo de baterías, según datos de la Asociación Chilena de Telecomunicaciones.
El alto precio del metal ha llevado al surgimiento de bandas organizadas que roban los cables o compran cables robados, y falsifican los documentos para su exportación. "Estos robos y el vandalismo interrumpen los servicios de telecomunicaciones y de electricidad, dejan incomunicados a miles de hogares y empresas, y obligan a suspender la atención en servicios públicos, de salud, bancos, entre otros. Generan un enorme impacto directo en la calidad de vida de las personas, y el funcionamiento de la economía y la sociedad", ha señalado Alfie Ulloa, presidente de esa entidad gremial.
El robo de cables de cobre de infraestructuras de telecomunicaciones y de distribución de electricidad es un delito que afecta a muchas ciudades y zonas rurales del país, pero especialmente a los clientes, que ven interrumpidas sus comunicaciones y conectividad, en este período de pandemia.
Las compañías indican que en cada ocasión en que se presentan estos ilícitos deben desplegar personal técnico para reparar de forma acelerada los daños producidos en las redes de telecomunicaciones y restablecer el servicio a los abonados. Pero no es fácil hacerlo, porque las reparaciones dependen de la magnitud del robo, de su ubicación, y tipo de cable afectado. En ocasiones, se han visto dañadas las redes de fibra óptica, lo que requiere complejos procesos de reparación, que pueden extenderse por varios días, perjudicando la conectividad de la red de alta velocidad y al mismo tiempo a hogares, servicios de emergencia, centros de salud, sistemas de pago, entre otros. Y lo peor de todo es que se perjudica gravemente la conectividad de quienes trabajan o estudian a distancia.