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A los seis años de edad, la abogada y actual jueza del Juzgado de Policía Local de Renaico, Mónica Mera Zirotti, pierde completamente la capacidad auditiva de un oído. A partir de allí, ayudada por su familia y por especialistas, aprende a moverse por la vida hasta que sale de la enseñanza media (1985). Ese año otra situación, probablemente un virus, la enfrenta cara a cara con una "sordera súbita". ¿El diagnóstico? Una hipoacusia profunda.
En adelante, con una evidente audición limitada, esta jovial profesional, madre y abuela solo ha sabido de retos y de emplear la actitud para abrirse camino en una sociedad que - opina - todavía puede hacer mucho más por las personas en situación de discapacidad.
Originaria de Temuco y renaiquina de corazón, esta exalumna del Colegio Alemán y del Liceo Pablo Neruda (ex A-28), hermana de un abogado y prima de tres jueces de la corte en Santiago, comparte hoy su historia con fines de educativos y de sensibilización social respecto de la discapacidad en nuestro medio regional; lo hace también para describir los alcances sociales que tienen los juzgados de policía local en la actualidad y para dar su opinión acerca de los posibles cambios constitucionales, particularmente, los pro y los contra del proyecto que habla de los futuros juzgados vecinales.
100% ACTITUD
Mónica, ¿cuál es la historia que acompaña a su situación de discapacidad?
- Yo perdí un oído a los 6 años. Desde temprano mis papás me llevaron a un buen médico a Santiago. Él se dio cuenta que yo había perdido el 100% la capacidad del oído derecho. Mi mamá me cuidaba mucho para que no me enfermara, pero había mucha consanguineidad por el lado paterno. Tengo unos parientes que han presentado problemas auditivos, pero no tan patentes como el mío. La verdad es que quedé súbitamente sorda cuando salí de cuarto medio. En 1985. Y no ha habido una explicación rotunda. Se estima que pudo ser un virus lo que me afectó. El doctor Hope en Temuco nos explicó que ese tipo de sordera súbita no siempre tiene buen pronóstico. Muchos no recuperaban la audición. Yo estuve en aquel porcentaje que recupera algo (…). Y ¿cómo me las arreglo ahora? Tengo un audífono especial con bluetooth que permite conectarme a mis dispositivos y recibir llamadas del teléfono que oigo con bastante claridad, aunque no es algo absoluto, así que a veces pido que me hablen más lento, no más fuerte. El tema ahora han sido las famosas mascarillas. Ese ha sido un problema grande a sortear, porque yo me apoyo harto en la lectura de labios.
- Usted comenta que perdió gran parte de su capacidad auditiva al final de la enseñanza media. ¿Cómo lo hizo para estudiar cursar la educación superior?
- Cuando salí del colegio entré a estudiar a la Ufro. Desgraciadamente, no había logrado recuperar el equilibrio. Yo estuve dos años con dificultad para caminar a raíz de los afectos de la sordera súbita en el equilibrio. En ese intertanto me casé, tuve dos hijos y luego retomé mi formación. Me fui a la Universidad Autónoma (1992). Al principio no entendía nada, pero profesores como don Francisco Ljubetic (exfiscal regional) - que una vez enterado de mi situación se esforzó por hacer clases más histriónicas - me dieron un tremendo ánimo. Así también hubo profesores que no me creyeron. Como soy sorda post lingual y hablo en un tono regular (ni alto no bajo), porque siempre leí en voz alta y mis padres me ayudaron mucho en esto, tuve que enfrentar situaciones ingratas. De hecho, no di mi examen de grado porque mi comisión la lideraba ese profesor en cuestión, Preferí dejar todo hasta ahí. Hoy es parte de mi anecdotario, pero en ese tiempo no lo era. Lo bueno es que tuve buenas compañeras de estudio, a las que bauticé como mis lazarillas. Ellas escribían de lado para que yo pudiera ver y copiar sus apuntes…
- Es evidente que no se da por rendida. ¿Cómo logró titularse?
- Cuando a uno se le pasaban los tres años de su examen de grado, algunas universidades ofrecían un curso especial y yo tomé el de la Universidad Arcis. Eso fue otra cosa. Los profesores fueron muy considerados. Incluso me enviaban las clases grabadas. Y cuando fui a dar mi examen de grado, el presidente de la comisión advirtió a los demás docentes que, por favor, me hablaran con claridad y que él también usaba audífono. No hubo queja alguna. Finalmente, aprobé mi examen y me titulé un par de meses después.
- No solo pudo titularse, usted consiguió ganar un concurso para ejercer como jueza de policía local en Reinaico (en 2013). ¿Cómo fue su inmersión en el mundo laboral?
- Antes de ser jueza yo había trabajado. Cuando era estudiante como tenía un postulandi podía yo tramitar en tribunales, así tramitaba causas, asuntos como nulidad de matrimonio. Estando en una audiencia me vio un abogado y me preguntó ¿con quién trabajas? Entonces me ofreció ayudarle con algunas audiencias y acepté. Los tribunales de Temuco se portaron un siete. Como sabían de mi sordera me permitían ponerme detrás de un computador para que fuera leyendo lo que se iba escribiendo de la audiencia. Siempre previa explicación a los abogados. En los tres juzgados civiles fueron muy empáticos conmigo. Y cuando me titulé me uní a la oficina del abogado Rolando Franco. Mi vida laboral en todo caso no ha estado exenta de dificultades. Una vez me quedé sola en una audiencia y no escuché nada; la jueza se dio cuenta y entre todos me ayudaron todos.
- ¿Diría que usted se ha ido adecuándose al sistema o el sistema también ha ido cambiando y adaptándose a la diversidad de personas que existen?
- Yo diría que en gran parte lo que he logrado se lo debo a mi actitud. Si tuviera que describirlo en un sentido figurado, diría que cada día me veo obligada a salir con una guadaña abriéndome camino, quitando todo lo que impide avanzar. La verdad es que siento que - hasta ahora - tenía un lugar ganado en el mundo y la llegada de la mascarilla echó todo eso abajo. La verdad es que en el medio regional casi todos saben de mi situación, pero si tuviera que salir "al mundo", cambiar de ciudad, no sé qué pasaría.
- ¿Se ha encontrado con pares que sobrelleven una discapacidad como la suya?
- La verdad es que no conozco a nadie en el medio con mi discapacidad auditiva. Sí conozco gente mayor que ha perdido la audición producto de la edad y quedan prácticamente fuera de las pistas.
JUSTICIA VECINAL
- Respecto de su trabajo en el JLP de Renaico, ¿cómo ha sido es experiencia? Lo bueno y lo no tan bueno…
- Tenemos un equipo de trabajo maravilloso. La justicia local, como jueza con discapacidad, hace que sea fundamental el trabajo en equipo, y esto hace que los funcionarios del juzgado sean los grandes protagonistas de nuestro diario vivir. Sin ellos nada sería posible a la hora de hacer justicia. Demoro un poco más en la atención porque debo enfocarme en cada caso con paciencia y atención. Pero recibo harto apoyo. El secretario de abogados toma y redacta las audiencias mientras yo estoy presente. Eso es de gran ayuda. Además, gracias a mis hijos estoy a la vanguardia en el mundo digital, porque la tecnología que está disponible que hace que mi actual audífono esté conectado a mis equipos, lo cual facilita en extremo la comunicación.
- Usted que se apoya bastante leyendo los labios, ¿cómo lo ha hecho para trabajar en pandemia en las audiencias? No en vano el uso de la mascarilla ha sido obligatorio…
- Para los juzgados ya era complicado atender mediante teletrabajo. Pero, en fin. Lo que hicimos fue habilitar una ventanilla para recibir a la gente. Así nos arreglamos para continuar la atención presencial y una funcionaria hacía las veces de traductora para que la comunicación funcionara (…). El asunto es cómo hacer que la gente haga conciencia y se sensibilice respecto de las personas con discapacidad auditiva bajo estas circunstancias, donde la mascarilla es un obstáculo.
- Mónica, ¿cuánto más allá de su función o ámbito de acción van a diario los juzgados de policía local a diario?
- Nosotros nos llamamos a nosotros mismos el Cesfam jurídico. Esta es una especie de corporación, por así decirlo. La gente llega con toda índole de problemas. La mayoría son vecinales. Independiente que nosotros vemos temas de pesaje, tránsito y alcoholes, las personas llegan porque no saben a quién acudir. Que los vecinos ponen la música fuerte todos los días, que la basura la van a tirar frente a la puerta de su casa y cosas así. Si nos vamos a los estrictamente jurídico, hay muchos de esos temas para los cuales no somos competentes, pero finalmente lo que las personas buscan es una reparación y muchas veces bastan unas disculpas para resolver el conflicto. Así que tenemos que convertirnos irremediablemente en juzgados vecinales o comunitarios, como los quieran llamar en la Convención Constitucional…
- ¿Es partidaria entonces de la transformación de los juzgados de policía local?
- Este cambio tiene que venir (…). Yo pienso que está bien que nos transformemos en juzgados vecinales porque se necesita, pero en donde estamos en desacuerdo es que no podemos desaprovechar toda la capacidad técnica y humana existente. Cómo vamos a desaprovechar toda esa experiencia si somos la puerta entrada a la justicia. No estamos de acuerdo en lo que se ha aprobado hasta ahora, si será un traspaso que nos obligará a postular o nos van a reconvertir. Existen 379 juzgados de policía local a lo largo de Chile y hay más de 2 mil personas detrás de las cuales existe la misma cantidad de familias. El asunto es que de postular no todos van a quedar. Y vale preguntarse si ¿los municipios podrán absorbernos como funcionarios municipales? Aquí hay demasiadas interrogantes.
ESPERANZA
- Desde 2016 usted reside en Renaico. Estando en Malleco, ¿qué opinión tiene de la comuna y de dicha provincia?
- Malleco es sufriente. Uno llega al viaducto y empieza a ver restos de incendios. Antes de salir siempre llamo por teléfono a Carabineros para saber cómo está la ruta y la doble vía. Me han tocado cortes de camino, incendios y tacos. De hecho, cada vez vengo menos a Temuco. Respecto de la gente, tengo la suerte de haberme instalado en un pueblito que se llama Villa Tijeral, que está dentro de la comuna de Renaico. Esa villa es maravillosa. Yo soy católica y en esa localidad me designaron animadora de la comunidad. La verdad es que estoy feliz allí. Me siento una renaiquina más.
- Jueza, ¿qué opinión acerca del trato de nuestra sociedad con los trabajadores y profesionales con discapacidad?
- Siento que ha mejorado mucho en los últimos años. Antes yo escondía mi discapacidad, trataba de ser oyente. Hoy no tengo miedo de decir no oigo. Siento que ahora la gente respeta un poquitito más. Como mujer, madre y abuela veo con esperanza los cambios que vienen. Siento que hoy las personas con discapacidad pueden desenvolverse en todos los ámbitos de la vida, aunque siempre será poco lo que se haga por incluirnos, porque todavía hay mucho que mostrarle a la sociedad desde nuestra experiencia. En lo personal, me encantaría participar en alguna instancia de inclusión laboral para discapacitados, porque creo que hay que sensibilizar más sobre lo que somos capaces de aportar a la sociedad.
"Gran parte lo que he logrado se lo debo a mi actitud. Si tuviera que describirlo en un sentido figurado, diría que cada día me veo obligada a salir con una guadaña abriéndome camino, quitando todo lo que impide avanzar".
"Pienso que está bien que nos transformemos en juzgados vecinales porque se necesita, pero en donde estamos en desacuerdo es que no podemos desaprovechar toda la capacidad técnica y humana existente. Cómo vamos a desaprovechar toda esa experiencia si somos la puerta entrada a la justicia (…). Aquí hay demasiadas interrogantes".
"Veo con esperanza los cambios que vienen. Siento que hoy las personas con discapacidad pueden desenvolverse en todos los ámbitos de la vida, aunque siempre será poco lo que se haga por incluirnos, porque todavía hay mucho que mostrarle a la sociedad desde nuestra experiencia".