Madres en modo pandemia: tiempos de miedo, valentía, unidad y emoción
Convertirse en mamá en plena crisis sanitaria llevó a tres mujeres temuquenses a abrazar con la vida con mayor fuerza. Transcurridos dos años de sus respectivos partos, relatan cómo fue su experiencia en aquellos días de incertidumbre, lo que significó readecuar el contacto familiar, el vivir en "modo nido" y también, una a una, confiesan lo que hoy más valoran de sus propias progenitoras.
Desde que se hizo conocido el concepto de "baby shower", Lisette Quijada Vásquez ayudó a organizar el de casi todas sus amigas. Como su primer parto había ocurrido hacía casi 17 años, un día se propuso que el nacimiento de su siguiente hijo lo festejaría así. Y, pasado el tiempo, llegó el día.
La fecha programada para la actividad estaba marcada en el calendario. Sería el 28 de marzo de 2020. Esa - relata Lisette - es la primera anécdota relacionada con la llegada de su hijo Santiago (Santi), un niño deseado que finalmente vino al mundo en un ambiente muy distinto al que soñó.
Lo cierto es que el baby shower se suspendió. A mediados de marzo de 2020 se detectó el primer caso de covid-19 en La Araucanía y días después se decretó la primera cuarentena total para la Temuco y Padre Las Casas, así que esta educadora de párvulos y directora de la Escuela Epu Newen tuvo que hacerse a la idea, dejar ir la ilusión guardada y programarse para el confinamiento en medio de la incertidumbre acerca de un virus del cual se desconocía mucho.
"Este fue un embarazo muy buscado, por lo tanto, muy deseado, y como matrimonio no nos imaginamos jamás que este sería el contexto (…). La verdad es que no tuvimos temor alguno hasta que comenzó la cuarentena. Entonces entendimos que sería un momento muy distinto al que habíamos imaginado", comenta.
Su hijo, Santiago Hidalgo Quijada, nació el 20 de abril de 2020 en un parto programado que superó otra gran incertidumbre. "No queríamos que este fuera un proceso cerrado y solitario", relata. "Afortunadamente no lo fue. Pese a que estaba restringido el ingreso a la clínica, a Carlos (su esposo) le permitieron estar en el parto y acompañarnos hasta la sala de recuperación. Luego nos separamos y solo nos volvimos a encontrar cuando nos dieron el alta".
Para Lisette ser madre por segunda vez, 17 años después de su primera experiencia, fue un acto desprovisto de ese primer miedo, pero no menos emocionante. "Cuando pusieron a mi hijo en mis brazos yo lloraba y tiritaba. Y ese día hubo otra anécdota. El anestesista al verme tiritando se me acercó y me dijo quédese tranquila, todo estará bien, yo soy el mismo médico que la asistió cuando nació su hija".
Dos años después de aquella experiencia, Lisette recuerda que todo fue desafiante. Como poco y nada se sabía del covid, los abuelos de Santi lo pudieron ver solo a través de la ventana del automóvil y con el vidrio arriba. Veinte días después, cerca del día de la madre y aprovechando lo que sería su primer baño, por fin lo pudieron conocer en persona.
"Pese a todas las limitaciones