Un digno regreso a clases
Una vez más vemos manosear la palabra dignidad para argumentar en contra del regreso a clases de los escolares este lunes 25 de julio. La falta de calefacción, las goteras o vidrios quebrados son usados como excusa para que los niños, niñas y adolescentes no vuelvan a clases o lo hagan de manera parcial. Evidentemente todos queremos trabajar y educar en ambientes cómodos y seguros, y es responsabilidad de los sostenedores públicos (municipios y SLEP) y privados (fundaciones y corporaciones privadas sin fines de lucro) proveer esas condiciones, y de la Superintendencia de Educación hacer cumplir dichas obligaciones. No hay excusa para que los responsables de la administración de los establecimientos no cumplan con lo mínimo en infraestructura y equipamiento.
Pero lo más indigno de un colegio sería no volver a clases o hacerlo de manera parcial argumentando falta de condiciones físicas. Los estudiantes tienen que estar en clases; después de la familia, la escuela es el lugar natural para que un niño, niña o adolescente se desenvuelva, aprenda y crezca, y los profesores y asistentes de la educación somos los adultos de referencia para guiarlos y educarlos en ese espacio. No hay duda de que en la escuela los alumnos encuentran un ambiente de aprendizaje, desarrollo personal y protección muchas veces superior incluso que en su propia casa o barrio, así lo demuestran los estudios que se han realizado sobre acoso y abuso sexual en pandemia, violencia y convivencia o sobre socialización infanto-juvenil.
Para qué mencionar el aumento en la brecha de aprendizajes entre aquellos estudiantes que asisten al colegio versus aquellos que no lo hacen. Seguir insistiendo en la voluntariedad de la Jornada Escolar Completa, JEC, o poniendo trabas al regreso a clases normarles, es tozudez que solo perjudica a aquellos que debieran ser los primeros en la fila de nuestras prioridades, nuestros estudiantes.Profesor José Luis Velasco Guzmán, presidente Asociación de Educadores de Chile A.G., Aseduch
Proyecto de Constitución discriminatoria
Con el respeto que me merece, debo contradecir a columnista sr. Cayuqueo, y decirle que el proyecto sí establece una constitución discriminatoria, que favorece a los indígenas, quebrantando nuestra igualdad como chilenos. Les pretende crear territorios autónomos, justicia propia, escaños reservados en el Congreso y exige el consentimiento indígena en numerosas y graves materias.
Consentir significa mucho más que "consulta" como dice la actual norma: significa que sin su voluntad así expresada, como consentimiento, no nace la obligación, no se puede convertir en ley. ¡Pueden imaginarse el problema que será esto, teniendo claro que serán los grupos radicales quienes se aprovecharán de todo esto! El chileno de origen o con sangre mapuche, "no está ni ahí" con esto, solo quiere vivir en paz, educarse y poder progresar como todos los chilenos.
Esa visión de "clasificar" y "preferir" a unos respecto de los otros, es injusta, fuente de problemas, tranca para quien quiera emprender en esta región y al final más pobreza e inseguridad y no corresponde a nuestra historia. Chile es un país mestizo y sus habitantes nos llamamos "chilenos". La pretensión de hacer naciones indígenas, autónomas, con leyes y justicia propia solo son un factor mas de división y conflicto.
No me parece justificar la propuesta con el ejemplo de otros países: cada país tiene su historia. El caso chileno es muy claro: las tribus indígenas hostiles no constituían naciones y en todos los casos terminaron perdiendo la guerra: fueron invadidos. En el caso mapuche se terminó con la total incorporación de La Araucanía a Chile en 1883. Fueron derrotados tras largas campañas y mucha sangre derramada por ambos bandos. Y fue bueno porque era una zona de peligro e inestabilidad constante y de no haber sido incorporada a Chile, lo habría sido a Francia, Inglaterra o incluso Argentina. Hay que recordar el periodo de la guerra a muerte, al inicio de la República: 10 años en que las montoneras formadas por indígenas y restos del Ejército realista (su infame comandante Benavides, los Pincheira entre otros) asolaron el sur de Chile hasta 1830, tomándose a sangre, fuego, robos y violaciones, tomando y asolando numerosas ciudades.
Cabe nombrar otras campañas militares destinadas a combatir tribus indígenas alzadas, con incursiones del Ejército chileno en 1822, 1849, 1859, fundación de fuertes, repoblamiento de Angol. La peligrosa aventura del incitador revoltoso auto-llamado "el rey de La Araucanía"; Campaña de 1877 hasta la final incorporación de toda La Araucanía a Chile, en 1883. Ahí terminó la guerra de Arauco y los vencidos como en toda guerra quedaron sujetos al nuevo orden. Entonces, el gobierno en vista de la poca población, llama a la colonización, tanto a los chilenos como extranjeros haciendo contratos individuales con los colonos que se interesasen.
Los colonos no son enemigos de nadie, ni le quitaron nada a nadie, al contrario, compraron sus tierras y trajeron progreso y bien a la región. En estos casi 140 años La Araucanía es sólidamente una región de Chile, pujante y ambiciosa. Todos quienes vivimos aquí somos y nos sentimos chilenos, queremos paz y seguir teniendo oportunidades que lamentablemente algunos escritores o comentaristas insisten en contradecir y renegar.
Los fanáticos que quieren revivir la guerra de Arauco están en contra de todos los demás, sin distinción y no pueden ser justificados por nadie. Por eso prefiero la Constitución actual que es clara en decir que en Chile todos somos libres e iguales en dignidad y derechos y somos chilenos.
George Tomas Doettingen