Correo
Chile habló
Chile no se divide ni se clasifica. Somos todos iguales y las soluciones se buscan con espíritu de bien común, amor por Chile y los chilenos. No se reflejó eso en la convención ni en su proyecto constitucional. No dieron el ancho y se les pasó la mano con imponer su visión (de un sector de la izquierda), eliminando a quienes pensaban distinto. Creo que se frenó el tsunami. Chile habló. Ahora a buscar lo mejor.
Creo que hay que recordar y respetar lo que dice la reforma en la Constitución que dejó a firme la voluntad de aquella vez: si gana el rechazo sigue vigente y habrá que hacer las reformas y leyes que sea. Porque la voluntad popular fue por mejores pensiones, salud, educacion, seguridad.
Ahora a hacer la pega, ya no más poesía ni experimentos. Chile dijo no a los soberbios y fanáticos.
La otra lección es que no puede ser el voto voluntario, pues ya se sabe que así dominan los organizados y ellos siempre son de los extremos. Chile somos todos.
Ahora hay una nueva oportunidad para Chile. Aprovechémosla.
George Tomas Doettingen
Apreciaciones infundadas
En diferentes cartas de opinión se puede conocer apreciaciones que parten de bases sin ningún fundamento excepto político, ni menos aprobación transversal como se pretende infundir. Ejemplo de ello son: "que la actual constitución no representa las aspiraciones de la -gran mayoría- de nuestro país"; repetido como un mantra o dogma.
Sabemos que ella ha tenido innumerables modificaciones y han existido y existen los mecanismos para hacer los cambios responsablemente o afirmaciones que "los consensos de hace muchos años nos han permitido construir el país actual". Bueno, ello exige preguntarse entre otras cosas ¿este es el país que quiere la mayoría, o más bien es un precario intento que quiere esa supuesta mayoría?, este otro mantra o dogma socorrido pues de ello se deduciría que tenemos una gran sociedad digna de imitación, cuando ahora para muchos es una nación con una democracia infantilmente aspiracional con falencias evidentes que ha llevado a nuestra sociedad como nunca a una encrucijada por muchos de los integrantes de la clase política.
Por cierto, hoy la nuestra es de dudosa calidad integralmente hablando sin armonía, inmensamente polarizada donde reinan las descalificaciones el ninguneo, la alienación el irrespeto, el aprovechamiento, en donde brillan los altos índices de inseguridad, permisividad, delincuencia y terrorismo, entre otras, una sociedad en que muchos de sus miembros adolecen de mínimos de ética. Deberíamos pensar que transversalmente nadie apreciaría una sociedad con tantas limitaciones y, de paso, aclarar que "los índices económicos" son solo una parte del complejo andamio deseable. Concuerdo sí y valiosísimo que pasado el plebiscito de salida prime sobre todo el respeto y la madurez que exige una nación.
José Manuel Caerols Silva
La ciencia médica o mundo médico
Desde remotas épocas, la medicina ha ejercido una gran "poder" en la vida de los seres humanos, al certificar "la vida y la muerte". En tiempos actuales lo único que nos queda es preguntarnos ¿es siempre transparente la naturaleza de las interacciones médico-paciente como forma de comunicación? Paracelso (1493- 1541) en escribió "la Medicina no se estudia, se adquiere como un don divino".
Es uno de los "padres de la medicina", baluarte de la ciencia médica. Hipócrates, también, (460 AC- 370 AC), autor del "juramento" que "recitan" los médicos cuando reciben sus títulos. Ese juramento establece que "no se hará nunca negocio con la medicina" estableciendo que, "se atenderá por igual al rico y al pobre". F. Hartmann (1838-1912), médico, teosófo alemán nos legó "el verdadero médico no es un producto de las escuelas científicas, sino luz de la sabiduría (divina)".
Paracelso enseña que "hay dos formas de conocimiento: una ciencia médica y una sabiduría médica". Mientras la ciencia descubre remedios de patente, hay una antiquísima sabiduría médica que tiene su origen en los primeros fundamentos del mundo y que jamás han cambiado sus fórmulas que se conservan en "santuarios" alejados de la falsa civilización materialista, inaccesibles a "mercaderes del templo".
La medicina, en el tiempo, se ha vuelto un "negocio" en el que intervienen intereses farmacéuticos, y administrativos como "cofradías": ¡Perdón al médico de vocación real, porque sí los hay! (son los "Hijos del Sol Luminoso").
En la antigua China, el médico era un sujeto al que se le pagaba una especie de diezmo, mientras las personas no enfermaran. Si enfermaban, se les dejaba de pagar, pues se consideraba que ese "médico" no había sido capaz de evitar la enfermedad. Recuperado(a) se volvía al diezmo. Mientras curaba, no cobraba, porque los antiguos médicos chinos sabían que "no se podía cobrar, pues el arte de curar era/es un don de Dios".
Paracelso e Hipócrates fueron "maestros de la medicina eterna", "adeptos que poseían este don" pero, hoy se piden evidencias. Ortega y Gasset llamó "barbarie del especialismo". ¿La OMS hoy es confiable en las advertencias sobre los virus que circulan en el mundo?, ¿somos sujetos de experimentaciones farmacéuticas?
La medicina, afirma el D. Lama, debiera ser un sacerdocio donde ningún "déspota orgulloso pudiera ejercer" como el Dr. Tanju en "El Dr. Milagro".
Omer Silva Villena