Pensiones de alimentos
Las causas por pensiones de alimentos se encuentran entre las más vistas por los Tribunales de Familia del país. El 46% de las mujeres no convive con el padre de sus hijos y de éstas, un 65% no recibe contribución alguna de pensión.
El 18 de noviembre comenzó a regir en plenitud la ley 21.389, que creó el Registro Nacional de Deudores de Pensiones de Alimentos, y cuya finalidad es perfeccionar el sistema de pago en favor de los hijos.
La legislación establece doce medidas para penalizar a quienes deban tres mensualidades consecutivas o cinco discontinuas. El Registro Civil está a cargo de mantener esos datos, que influirán en la retención obligatoria de fondos, desde créditos otorgados; de las devoluciones de impuestos; de la compraventa de vehículos e inmuebles y remuneraciones; además de establecerse trabas para obtener licencias de conducir y pasaportes. También la norma señala que será considerado un delito de violencia intrafamiliar el no pago reiterado de pensiones alimenticias, pues eso vulnera la autonomía, el patrimonio y la subsistencia de quienes tienen a cargo los niños y niñas.
Según una encuesta realizada por el Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género, en conjunto con Cadem, en noviembre de 2020, el 46% de las mujeres no convive con el padre de sus hijos y de éstas, un 65% no recibe contribución alguna de pensión. Solo el 16% de los deudores de pensiones alimenticias se hace responsables del pago. Y del total de personas que no reciben el pago de pensión de alimentos, el 65% forma parte de la población de menores ingresos.
Las causas por pensiones de alimentos se encuentran entre las más vistas por los Tribunales de Familia. Son parte de las situaciones que esos juzgados conocen, junto a la violencia intrafamiliar y la vulneración de derechos. Más del 85% de demandados no paga lo que corresponde a sus hijos e hijas, o tiene deudas acumuladas de las cuales no se hace cargo.
Esta legislación representa un gran avance, pues se busca poner límite a problemas que muchas familias arrastran durante años y que obligan a las víctimas a exponerse a reiterados trámites legales para que se respeten sus derechos, o a sufrir incluso extorsión de parte de quienes cometen este tipo de agresión económica. Por otra parte, es positivo que haga partícipes a la comunidad y a instituciones frente a una situación de abuso reiterado, sacándola desde la esfera privada en que hoy suele manejarse, a una pública, con sanción social y material real.