Envejecimiento, una realidad
El envejecimiento de la población es una realidad inversamente proporcional al número de nacimientos. El 18,9% de la población chilena estimada para el año 2035 corresponderá al rango de 65 años y más.
El Instituto Nacional de Estadísticas (INE) ha señalado que la cantidad de niños entre 0 y 14 años ha disminuido sostenidamente en las últimas décadas, pues se estima que en la actualidad hay casi 350 mil menos que en 1992, y que para 2050 las proyecciones indican que habrá casi 670.000 niños menos que en 2020.
Las cifras indican que si en 1992 ese segmento era el 29,7% de la población, en 2050 representará solo el 14,2%. Asimismo, si bien el número de niños en el país está descendiendo, la cantidad de extranjeros que viven en Chile se está incrementando, llegando actualmente a casi 150 mil niños inmigrantes, especialmente procedentes de Venezuela, Perú y Bolivia. Lo anterior considera a los niños extranjeros, no a los nacidos en Chile de padres extranjeros, que por ley son chilenos.
Chile envejece a tasas aceleradas, tanto porque los adultos mayores viven más años, como porque las familias tienen menos hijos. Y si bien es cierto que vivimos más, a la vez la gente muere por causas que podrían evitarse, como accidentes o enfermedades cardiovasculares ligadas al sedentarismo y la mala alimentación. De acuerdo a las estimaciones a nivel nacional, el envejecimiento poblacional en Chile seguirá aumentando. El 18,9% de la población chilena estimada para el año 2035 corresponderá al rango de 65 años y más. El envejecimiento de la población es una realidad inversamente proporcional al número de nacimientos.
Hemos pasado, en el plazo de una generación, desde una exigencia de educación secundaria hasta una profesional o técnica, lo que implica al menos hijos por la búsqueda de recursos y el legítimo crecimiento profesional o la búsqueda de independencia económica. Tales luces darían cuenta que el tema económico es decisivo para que las personas definan el número de hijos.
Sin embargo, mucho puede hacerse para seguir mejorando indicadores, sobre todo en salud y ofrecer panoramas y programas de alimentación más saludables para la población infantil y joven, con el fin de que ese aumento de expectativas de vida actuales, pero se trata de un cambio que obliga a repensarlas políticas públicas del país.