"Esta es una ciudad agradable para vivir (…) y eso habría que cuidarlo"
Residente de Temuco desde 1950 y voluntario del Cuerpo de Bomberos desde 1966, este constructor civil y docente universitario recibe con emoción el reciente reconocimiento otorgado por el municipio local. Orgulloso habitante de una ciudad que aún ofrece un "buen vivir", Suárez cree que esa característica es la que se debe resguardar. Y a su parecer, el arte y la cultura merecen más espacio en un territorio que sigue creciendo.
A los 5 años de edad se hizo temuquense el constructor civil, bombero y docente, Fernando Suárez Fernández, que en contexto del aniversario 142 de la capital de La Araucanía fue declarado Ciudadano Destacado 2023.
Aún emocionado por el reconocimiento, agradece el "enorme" gesto y recuerda con cariño cómo y porqué se fue encariñando y haciendo parte de una ciudad que, a su parecer, aún se balancea, con cierto encanto, entre el carácter de urbe y pueblo sureño.
Originario de Nueva Imperial, Suárez ha hecho toda una vida en Temuco. Desde 1950 reside en la comuna y desde 1966 oficia como bombero, tiempo en el que ha podido desarrollarse como persona, profesional y voluntario. Hoy, el calidad de Ciudadano Destacado comparte algunos pasajes de su trayectoria en esta capital regional.
ANTES
- ¿Cómo recibe este reconocimiento honorífico?
- En realidad, es algo bien especial, es un reconocimiento que uno valora muchísimo y atesora. No es un premio cualquiera, es algo que va más mucho allá porque es el reconocimiento de una ciudad. Así que lo recibo con mucha emoción.
- Su primera relación con Temuco parte en calidad de estudiante de educación básica y media. De hecho, esta comenzó el año 1950. ¿Cómo era la ciudad entonces? ¿Qué recuerdos tiene de aquel tiempo?
- Yo llegué con 5 años. En esa época Temuco era una ciudad de 50 mil habitantes. Sectores como Las Quilas aún no existían, Santa Rosa estaba surgiendo recién y podría decir que la Avenida Alemania llegaba hasta el recinto Sofo, que entonces estaba a la altura de lo que ahora es el mall, de hecho, España era la última calle habilitada. Así que era una ciudad bastante pequeña. Prácticamente, todos los vecinos se conocían. En ese tiempo había un solo habitante afroamericano que tuvo un puesto de verduras en el viejo Mercado Municipal; había también un personaje muy conocido por todos, le decían Cayena, él que tuvo una educación completa, pero cayó en desgracia y entonces hacía trabajos esporádicos. Era una ciudad que se podría vivir a pie. Había pocos automóviles, había solo dos líneas de microbuses (Avenida Alemania y Población Dreves) y cuando niños podíamos jugar pichanga en la calle, incluso viviendo en pleno centro, porque yo vivía en Rodríguez con Lagos y nada nos molestaba.
- Usted es constructor civil de profesión y como tal hizo algunos aportes a la cuidad, especialmente, a la urbanización de algunos sectores poblacionales. ¿Dónde tuvieron lugar esos trabajos y qué tan transformadores fueron para esos barrios?
- Bueno, todo ese sector de la torre y la remodelación Caupolicán era una zona sin construcciones, había unas viviendas precarias entonces allí y esas familias fueron erradicadas. Entonces, se urbanizó todo ese sector y con el paso de los años se construyó la torre y los edificios que existen actualmente. Fue un avance bastante importante para la ciudad. Desde el mundo particular, hicimos también la urbanización de otras poblaciones como Villa Turingia. Después ya ingresé a trabajar en la Dirección de Vialidad (MOP), organismo que lideraba entonces un programa con el BID con el que se construyó una serie de caminos en Temuco y comunas vecinas. Era un plan de "caminos alimentadores" de rutas troncales.
- Entiendo que llegó a ser director regional del Sence más adelante. ¿Cómo fue su experiencia en este servicio?
- Llegué a ese cargo con la creación del Sence a nivel país. Me tocó participar su implementación a nivel regional. Estamos hablando de los años 80. Me tocó echar a andar este servicio. Tuvimos oficina en Montt primero y, luego, en Matta con Miraflores, junto al consultorio (…). La misión inicial del Sence era la misma que hoy, una franquicia tributaria que permite a las empresas capacitar a sus trabajadores y descontar los valores establecidos desde los impuestos; y contar con un programa de becas de capacitación para distintos sectores, destinados a mujeres jefas de hogar, jóvenes y para diversos rubros (en cuanto a profundizar las especialidades).
EN BOMBEROS
- Su relación con Temuco no solo ha sido profesional, usted se unió a Bomberos en 1966 y desde entonces hizo una carrera en la institución. ¿Cuáles son los hitos, transformaciones o emergencias en los que le tocó participar que más recuerda?
- Yo sigo siendo director honorario de la Segunda Compañía de Bomberos. Y bueno, de todo lo que me tocó vivir en estos años recuerdo una emergencia gigante que hubo en pleno centro de Temuco. El incendio de Montt con Bulnes, donde se quemó más de un cuarto de manzana, el cual se conoció como el incendio de Tricot, una emergencia que afectó a diversas instalaciones. Eso fue noticia nacional. Después, recuerdo el incendio de la fábrica de muebles Centec, de más de 10 mil metros cuadrados y que estaba ubicada a la salida norte. Ahora, como superintendente me tocó liderar varias campañas y tomar la iniciativa de proyectos como la remodelación del Cuartel General de Bomberos, con recursos y campañas propias. Ese fue un hito importante. Y a nivel regional, me tocó gestionar 38 carros bomba para distintas ciudades.
- Entiendo que hoy está dedicado a la docencia, particularmente en Inacap, ¿en qué área está aportando como profesor y qué es lo que más lo entusiasma del trabajo formativo?
- Hace 15 años estoy aportando en el área de construcción y también en la administración. Lo que más me apasiona es trabajar con las nuevas generaciones. Uno se empapa de novedades con ellos y es un gusto poder enseñarles a diario, labor que desarrollamos junto a un comprometido equipo docente. En 2010, después del terremoto del 27F, junto a mis alumnos viajamos a Tirúa para ayudar en la reconstrucción. También hicimos un viaje de conocimiento mientras estaba en construcción el edificio Costanera Center, el más alto de Chile, lo hicimos para que los estudiantes se empaparan de las nuevas tecnologías puestas al servicio de dicha obra en Chile.
DESEO
- Temuco acaba de cumplir 142 años de vida, a su juicio, ¿qué destaca hoy a la ciudad y en qué ámbitos le hace falta hacer transformaciones urgentes para brindar una mejor calidad de vida a sus habitantes?
- Bueno, Temuco ha tenido un crecimiento importante. En un minuto, de hecho, fue la ciudad que más rápido crecía en altura en toda Sudamérica. Destaco entonces el crecimiento urbanístico que Temuco ha tenido y la posibilidad de trabajo que ha ofrecido a sus habitantes. Es una ciudad agradable para vivir, aunque eso ha cambiado un poco. Yo diría que lo importante es mantener esa característica, la del buen vivir; que no perdamos esa doble condición, porque esta es una ciudad y pueblo a la vez; esta última parte es la que la hace agradable para vivir. Y eso habría que cuidarlo. A lo mejor, también hace falta incentivar la expansión del desarrollo artístico cultural, porque si bien existe y cuenta con algunas instituciones como el Teatro Municipal que lo sostienen, perfectamente, podría robustecerse considerando el tamaño de la comuna.
"Yo llegué con 5 años. En esa época Temuco era una ciudad de 50 mil habitantes. Sectores como Las Quilas aún no existían (…). Era una ciudad que se podría vivir a pie. Había pocos automóviles, había solo dos líneas de microbuses y cuando niños podíamos jugar pichanga en la calle, incluso viviendo en pleno centro, porque yo vivía en Rodríguez con Lagos, y nada nos molestaba".