La política nos tiene acostumbrados a sorprendernos cada cierto tiempo y, muchas veces, cuando menos se espera. El desaguisado de la convención hizo que la ciudadanía volviera a valorar la política, ya que lo opuesto fue precisamente el mal comportamiento de los constituyentes y el despreciado producto final. Los de a pie guatearon e hizo que el ridículo que protagonizaron con gran parafernalia provocara que la ciudadanía se volcará masivamente hacia los "expertos". La exageración de argumentaciones y el estirar el elástico al máximo hizo que mucha gente se fuera desembarcando. Ahora, los expertos, en el segundo intento, están tratando, entre otros, de cuadrar el círculo entre el Estado social de Derecho con el principio de subsidiaridad, discusión que de seguro será una de las más relevantes.
Por otra parte, la oposición duda si sentarse a la mesa previsional a la que la invita el Gobierno, ya no se sentó en la mesa o se bajó de la mesa de seguridad. Esto es muy parecido a lo que ocurrió en el gobierno anterior donde la oposición, en aquel entonces y hoy en el gobierno, fue la que asumió producto del estallido social, el rol protagónico en lo legislativo y la marcha del país, desde el acuerdo del 15 de noviembre hacia adelante. En pocas palabras, fue en efecto un régimen parlamentario con gran influencia del poder legislativo, tal como está ocurriendo hoy en día, donde el gobierno señala, pero el que aprueba y decide es el Parlamento. En este caso, con una oposición que tiene un 50% o más, si se suman las fuerzas desgajadas de distintos partidos antes de gobierno, se constata así un parlamentarismo de facto, como se le denomina en muchas partes.
Este proceso experimentado por Chile es posible de apreciar en palabras de dos reputados sociólogos como José Joaquín Brünner y Eugenio Tironi. Para el primero, el que "la idea de que el país podría ser reinventado se estrelló con un sistema que posee estructuras, clases, hábitos, poderes, códigos y sus propias formas de orden y normalidad". Asimismo, para Tironi en su libro la Sociedad Impaciente: "la protección de la democracia no descansa en normas o contrapesos que contengan las pasiones de las mayorías; descansa en una cultura democrática sólida, presente y activa en todos los rincones e instituciones de la sociedad". Bien se podría decir que el país se mueve, para bien o para mal, con la música del piloto automático.
La música y la política tienen mucha relación entre sí, porque como lo dijo más de alguien, otra cosa es con guitarra, pero también hay que saber, incluso antes, si los que tocan tienen dedos para el piano o mejor, saber si hay personas en los equipos que toquen de oído, eso sin duda contribuiría a tener armonía y una buena ejecución. Ya que como lo expresa Ascanio Cavallo: "la suma de minorías no hace una mayoría".
Dicho en lenguaje de una empresaria como Karen Thal, presidenta de Icare, lo que se debe hacer "es juntarnos todos, porque acá la colaboración público privada es la única manera de abordar desafíos tan complejos como esto. Entonces, más que esperar algo de la política, lo que espero es que privados, públicos, gobierno y políticos seamos todos capaces de poner a las personas en el centro y avanzar en los grandes acuerdos que se necesitan".
Mas aún si se consideran los desafíos enormes de este momento que, según el presidente TheNYT company, Arthur Gregg AG Sulzberger, son: "desigualdad de ingresos histórica, aceleración del cambio climático, erosión democrática. Si realmente queremos abordarlos, vamos a tener que unirnos como sociedad y para ello tendremos que entendernos". Si o sí y en esto no hay tu Tía.