Mañana se conmemora el Día Mundial contra la Hepatitis, establecido por la Organización Mundial de Salud (OMS), una enfermedad que se produce por distintas causas, como factores inmunitarios, consumo de alcohol o tóxicos e infecciones virales. Esta última causa es muy frecuente y podemos distinguir distintos tipos de virus asociados, los que provocan cuadros clínicos diversos y se asocian a distintas medidas de prevención y tratamiento.

Según la académica Pamela Varas, de la Facultad de Enfermería Universidad Andrés Bello, sede Viña del Mar, aquellos virus que mayor importancia epidemiológica tienen son aquellos que provocan las Hepatitis A (VHA), Hepatitis B (VHP) y Hepatitis C (VHC); existiendo otros menos frecuentes.

La hepatitis A se contagia generalmente comiendo alimentos o bebiendo agua contaminados por las heces de una persona infectada.

La Hepatitis B, en tanto, es una enfermedad viral, inmunoprevenible cuyos mecanismos de transmisión incluyen el contacto con la sangre y con otros fluidos de una persona infectada, también se puede transmitir de madre a hijo en el parto.

La Hepatitis C genera un alto impacto a nivel mundial debido a sus principales consecuencias, la cirrosis hepática y el carcinoma hepatocelular; y si bien no es prevenible por vacuna, tiene tratamiento. A raíz de lo anterior toman relevancia la prevención, considerando que las vías de transmisión son las mismas que para la Hepatitis B.

Los expertos insisten en la importancia de las pruebas diagnósticas e iniciar un tratamiento oportuno. Las recomendaciones son: vacunación, realizarse pruebas constantemente, evitar el consumo de alcohol, usar protección en las relaciones sexuales y no compartir instrumentos a través de los cuales se transmite la enfermedad.

En la Universidad de La Frontera acabamos de cerrar una semana intensa y gratificante, desde iDEAUFRO recibimos a 40 profesores que vinieron desde Iquique para participar en un programa de innovación en el aula. Estos docentes forman parte de la quinta generación, de diversos colegios, que realiza este viaje transformador, una experiencia educativa en la frontera del conocimiento, la tecnología y la pedagogía. Durante el programa, los profesores resuelven problemas, se enfrentan a lo desconocido, cometen errores y reflexionan al respecto. En las intensas jornadas de trabajo, los animamos a atreverse, a fallar inteligentemente, a ponerse en juego y a colaborar, todo mientras se mantienen conectados con el quehacer en sus propias aulas y los desafíos que deberán enfrentar al regresar. Esta formación activa de profesores innovadores, está diseñada para preparar a las nuevas generaciones de estudiantes, quienes se encontrarán con una creciente incertidumbre y desafíos cada vez más complejos en un mundo lleno de conocimiento al alcance de sus manos.

A los profesores que nos visitaron, les dijimos, al llegar, que sus trabajos serían corregidos con la ayuda de inteligencia artificial, pero no todos percibieron el alcance de la advertencia, cuando evidenciaron que los 40 trabajos eran revisados en sólo minutos y que cada uno recibía una retroalimentación muy específica que les permitió reflexionar y mejorar su respuesta, es cuando surgió el entusiasmo y se abrió un mundo de posibilidades. El aprendizaje activo es así, se conecta íntimamente con los intereses de las personas, las moviliza, abriendo mundos a partir de experiencias concretas. Para los participantes surge la posibilidad de innovar, de visualizar nuevas formas de enseñar y aprender, un aprendizaje adaptado a cada estudiante, un nuevo rol como profesor en el aula y la tecnología como complemento a la labor del profesor.

Pero ¿por qué impulsar estos cambios desde la universidad?

La universidad, es una interfase entre el futuro y el presente, un espacio de exploración y creación, que construye, conecta y transfiere a la sociedad, conocimientos, prácticas y visiones de mundo. Las nuevas generaciones que crecen rodeadas de tecnología y dispositivos conectados, tienen nuevas formas de relacionarse, aprender, socializar y trabajar. Surge la vida adaptativa, con respuesta y recompensa en tiempo real, donde los jóvenes buscan explorar, viajar y conectarse con comunidades y organizaciones sociales a través de redes digitales, buscan reflexionar y encontrar sentido, en empleos que se vuelven cada vez más transitorios y donde las plataformas digitales de colaboración abren un mundo de oportunidades laborales, de aprendizaje, comerciales y sociales. Además del conocimiento, la tecnología y las artes, necesitarán muchas experiencias humanas y competencias como la colaboración, la creatividad y la resolución de problemas, junto con cualidades como la persistencia, la curiosidad y la iniciativa. Estas habilidades y cualidades no se adquieren sólo escuchando a un profesor transmitir conocimientos sobre el mundo, especialmente en un mundo incierto. Por eso, un formador debe exponer a los estudiantes a la posibilidad de cometer errores y tomar acción, desafiarlos, enfrentarse a dificultades y prepararlos para cuestionar las verdades establecidas. En iDEAUFRO ayudamos a profesores a innovar en su aula, el premio nacional "Elige Innovar", a los profesores más innovadores del país ha recaído por 2 años consecutivos en participantes de nuestros programas. Nuestro foco final es el estudiante, queremos que sean Aprendedores, personas que conectan lo que saben con lo que pueden hacer y son capaces de innovar y aprender de manera continua, preparándose para una vida adaptativa.

Esta columna fue generada por un humano.

Carlos Isaacs,

director Instituto de Innovación y Emprendimiento iDEAUFRO