"En la medida de lo posible". Esta fue una frase muy acertada para un tiempo muy complejo y de incertidumbre. Sin embargo, siempre la incertidumbre ha sido un condimento propio de nuestro desarrollo colectivo. La diferencia es que ahora nuestros dignatarios ni siquiera se toman la molestia de frenarse en sus planteamientos, sobre todo considerando la realidad que vive económicamente nuestra nación. ¡Oh Dios mío¡ Como fueron capaces de embaucar a las masas, con promesas, absolutamente inviables. Veo a los profesores realizar sus planteamientos, y obviamente ellos están a la espera de que se le cumplan sus petitorios, pero todos sabemos que no hay dinero para eso, ya que estamos hablando de más de siete mil millones de dólares, eso sin contar los montos que debieran ser heredables para las familias de los más de veinte mil docentes que ya han fallecido. Esta es una ecuación que está muy lejos de ser resuelta.
Pero al menos la gente se está dando cuenta que las promesas, aunque se pronuncien amablemente, en un abrir y cerrar de ojos, esa serenidad esperanzadora con la que se reciben será consumida por la decepción. Pensando en esta realidad tan abrumadora, sobre todo para quienes verdaderamente esperaban ver un futuro más próspero, compartiré una porción del texto sagrado en el que encontramos que Satanás se atrevió incluso a ponerse frente a Jesús para ofrecerle todos los reinos del mundo, aún sabiendo desde ya que él mismo estaba destinado al castigo eterno, que básicamente consiste en un preeminente lugar en el lago de fuego. Sin embargo, nunca pensó en recibir una respuesta tan certera como la de Cristo, quien le dijo: "Escrito está". De esa manera Satanás se alejó de él.
A razón de esto, quiero concluir mi comentario exponiendo lo que por principios bíblicos podemos considerar, y es que es total y absolutamente incomprensible que quienes dicen ser cristianos sean parte de las protestas o las marchas, exigiendo derechos como si fuéramos de este reino. No importa si es un pastor, un líder o un hermano cualquiera. Quienes han abrazado la fe soteriológica, no pueden bajo ninguna circunstancia ser parte de estas prácticas antibíblicas que entorpecen la fe genuina de quienes han comprendido que la vida cristiana es una vida de renuncia continua y que mis únicos derechos son los que en Cristo tengo.
Finalmente, puedo decirles que en cualquier congregación evangélica existen los creyentes espirituales, carnales y falsos. Claramente quienes vivan en una indecencia espiritual, son justamente los que están en el segundo grupo.
Pastor presbítero Pablo Pinto Salamanca,
Consejo Regional de Pastores Evangélicos
de La Araucanía