En el mes de la niñez debemos mirarlos a todos y todas. Son cerca de 12 mil menores separados de cuidados parentales por orden de un tribunal, medida excepcional que debe ser transitoria y acompañada de un proceso de reunificación familiar que en la mayoría de los casos es posible. 4.500 de ellos son derivados al sistema residencial y el resto va a familias de acogida, en un 80% parientes. Hoy el sistema de cuidados alternativos está en crisis, requiere de especialistas y programas ambulatorios que no están disponibles y expertos que no son suficientes.

Hay niños que ni siquiera llegan al servicio de protección. De acuerdo a Marcelo Sánchez, gerente general de Fundación San Carlos de Maipo, se estima que tan solo un 20% de las víctimas de explotación sexual llegan a la oferta de los programas vigentes, insuficientes para las 4 mil a 6 mil niñas que van a sufrir lo inimaginable de manos de un proxeneta. "Misma situación enfrentarán aquellos niños, niñas y adolescentes (NNA) que serán reclutados por bandas criminales, a los que les van a dar drogas para vivir como zombies, a los que les cargarán un fierro, a los que expulsarán del colegio, a todos los olvidados, a los que nadie quiere ver, pero si quieren encerrar", plantea Sánchez.

En Chile hay cientos de miles de niños que no celebran, niños que debieran contar con la protección de sus familias y del Estado, familias que también son abandonadas y negadas. Se trata de padres y madres que no saben cómo superar las conductas que se transforman en dolor para sus hijos y hermanos que sufren por la separación. Es importante avanzar decididamente en cambiar esta realidad y tomar medidas urgentes.

La pandemia del covid-19 trajo consigo la necesidad de enfocar la mirada hacia las enfermedades infecciosas, que por años habían sido vistas desde lejos por los llamados países desarrollados. Esto porque el virus no sólo se volcó a una región del planeta, sino que afectó a todos por igual. Ahora el foco prioritario no solo eran las enfermedades crónicas, el mundo había despertado de golpe y teníamos que aunar esfuerzos para combatir esta pandemia.

Desde la Universidad de La Frontera, gracias a aportes propios y de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo Científico (Anid), apenas comenzó la pandemia se establecieron recursos especiales para estudiar esta nueva enfermedad. A través de diversos equipos de investigación trabajamos generando evidencia científica relevante. Además, se puso a disposición las capacidades científico-tecnológicas para montar laboratorios de emergencia con el objetivo de aumentar la capacidad diagnóstica a nivel regional y nacional. Adicionalmente se dispuso de espacios físicos para apoyar la labor preventiva de los equipos de salud en torno a la inmunización en tiempos de pandemia.

Hoy, nos encontramos trabajando en un proyecto pionero que cuenta con el respaldo del Fondo Nacional de Investigación en Salud (Fonis), el cual busca estudiar los efectos a corto y mediano plazo de la infección por covid-19. Este nuevo estudio nos permitirá detectar no solo los factores de riesgo, sino también visualizar las secuelas que puede traer consigo - a corto y mediano plazo- a las personas infectadas con SARS-CoV-2. Este 2024 esperamos tener los resultados preliminares que permitan aportar al conocimiento de esta nueva enfermedad y a la toma de decisiones en salud pública.

Desde una mirada crítica, hacer investigación en regiones en un país centralizado como Chile, requiere de un esfuerzo mayor, sin embargo, tenemos los recursos humanos y las capacidades, y, en este sentido, como Universidad de La Frontera nos hemos destacado por el nivel de generación de evidencia científica en las distintas investigaciones que hemos liderado en las más diversas materias, lo que es avalado por los rankings nacionales que actualmente nos ubican entre las instituciones de educación superior líderes en investigación.

Porque como investigadores de una universidad que está inserta en el sur de Chile, nuestro compromiso está centrado en generar evidencia científica que aporte al desarrollo de políticas públicas que aseguren una mejor calidad de vida para todos y todas.

Teresa Balboa Castillo,

investigadora Facultad de Medicina Universidad de La Frontera