Cada 7 de agosto se conmemora el Día del Dirigente Social, una ocasión especial para reconocer y valorar el esfuerzo incansable de aquellas personas que dedican su tiempo, energía y pasión a trabajar por el bienestar de su comunidad, teniendo como fin último mejorar la calidad de vida de sus vecinos. Estos líderes, con su compromiso y dedicación, desempeñan un papel fundamental en la construcción y fortalecimiento del tejido social en un mundo cada vez más interconectado, pero también lleno de desafíos. Los dirigentes sociales son aquellos que, desde diferentes ámbitos, trabajan para impulsar cambios positivos para sus vecinos y los diferentes sectores que habitan. Su labor trasciende lugares y fechas, siendo auténticos agentes de cambio, inspirando a otros a unirse a sus causas y generando un impacto duradero.

Su importancia radica en la capacidad que tienen para movilizar a la sociedad en torno a problemas y necesidades urgentes. Su valentía al alzar la voz por aquellos que no pueden hacerlo, y su habilidad para levantar proyectos o demandas, han demostrado ser vitales para crear conciencia y generar transformaciones significativas. A menudo, enfrentan obstáculos de diferentes magnitudes; desde la falta de recursos, hasta la resistencia de poderes establecidos, pasando también por la crítica de sus cercanos. En estos días convulsos, repletos de hechos que afectan las confianzas en las instituciones y sus autoridades, los dirigentes nos dan una lección: siguen trabajando de manera voluntaria, sin una remuneración que les aliviane la carga, a pesar de ser quienes identifican y transmiten las necesidades de sus vecinos llevándose el peso de la incertidumbre con la esperanza de que sus proyectos resulten. ¿Qué nos piden? No mucho: honestidad y transparencia.

Necesitamos más liderazgos positivos que den el ejemplo, y que generen la aparición de buenos dirigentes que tomen también el rol de líderes en sus diferentes sectores; aquellos que nos hagan recordar que incluso en las circunstancias más adversas, siempre hay espacio para la solidaridad y la colaboración.

En definitiva, el Día del Dirigente Social es una ocasión para honrar y aplaudir la labor de aquellos que, con su voluntad y dedicación, contribuyen a moldear un mundo mejor, más justo y equitativo. Nuestro reconocimiento y apoyo debe ser ahora y siempre, pues su labor no sólo beneficia a las comunidades actuales, sino que también deja un legado duradero para las generaciones futuras.

Cristián Neira Martínez,

consejero regional

de La Araucanía