Estando próximos a llegar al cincuentenario de una época sombría en nuestra nación, no podemos dejar de reconocer que el llamado de los millones de chilenos es a dejar de lado los aspectos más controversiales de ese periodo y volcar la mirada hacia el futuro, pasando por alto todas las consideraciones de aquella situación para dar lugar al fortalecimiento de aquellas características que sin duda son pertinentes aplicar en una ocasión como la que está enfrentando nuestro país con esta catástrofe climática.

El mensaje es certero, y es que la mayoría de los connacionales no desea entramparse en una situación que genera tanta división y que fiel reflejo de ello es lo que ha estado ocurriendo en la Cámara Baja. Las historias pasadas deben ser leídas a la luz de las proyecciones que anhelamos proponer para las generaciones futuras, obviamente considerando las lecciones oportunas en virtud de toda la verdad, sin encubrimientos de los reales acontecimientos de aquel periodo y que por cierto, quienes hemos leído la historia real, la conocemos bastante bien.

Deberá pasar lo mismo si consideramos la historia de Noé (Gén. 6 9). No podemos decir que la historia de Noé no tiene "aplicaciones prácticas". Pero nos preguntamos: ¿no tiene aplicación práctica el aprender que había un hombre que escuchó las instrucciones de Dios y las obedeció, aun cuando parecían no tener sentido? ¿No comenzó Noé a construir un arca mientras el sol estaba aún brillando? ¿No tiene aplicación práctica verlo continuar trabajando aun cuando él no pudo convencer a ninguno de sus semejantes que su advertencia de una condena a muerte era la verdad? (l Pedro 3:19 20). ¿No tiene aplicación práctica aprender que Dios no se habría agradado de él si no hubiese construido el arca exactamente cómo Dios dijo que la construyera?

Pedro usó la historia de Noé para enseñarnos aplicaciones prácticas de que Dios vendrá en juicio contra los malos, y que Dios guarda sus promesas (2 Pedro 3:2 12). Pero también para enseñar que Dios puede castigar a los malos y salvar a los justos, y nunca confundirse entre quien es quien (2 Pedro 2:4 9). Claramente hay quienes no creen que Dios realmente envió un diluvio, ni que Él vendrá de nuevo en un juicio final y la palabra de Dios establece que quienes no quieran llegar al juicio del gran trono blanco como imputados eternos, deberán inclinar su corazón ahora delante de Dios. (Rom. 8:1) porque aunque nunca más ocurrirá un diluvio, porque Dios así lo prometió; sí habrá un juicio final y justamente porque Dios lo prometió (Ap. 20:11-15).

Pastor Presbítero Pablo Pinto Salamanca,

Consejo Regional de Pastores Evangélicos

de La Araucanía

Una de las situaciones que provocó la pandemia de coronavirus es que, por la complejidad de asistir a consultas médicas por las cuarentenas y periodos de confinamiento, se hizo común entre las personas solicitar medicamentos en las farmacias sin la receta médica correspondiente o, incluso, comprarlos sin ningún tipo de diagnóstico de un especialista médico.

Si bien la situación fue advertida por los responsables de los locales y muchas veces se evitaron compras irresponsables, no siempre se logró mantener un control adecuado, lo que alertó a las autoridades sanitarias una vez que fue posible retomar las fiscalizaciones correspondientes y volver a orientar los esfuerzos a evitar estas prácticas, que pueden ser peligrosas.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que más de la mitad de los medicamentos a nivel mundial se prescriben, dispensan o venden de manera inapropiada y que el 50% de los pacientes no toma sus medicamentos correctamente.

La misma organización define a la automedicación como la selección y el uso de los medicamentos por parte de las personas, con el propósito de prevenir, aliviar o tratar síntomas o enfermedades leves que ellas mismas puedan identificar.

Además del proceso de control, la Autoridad Sanitaria ha llamado al uso racional de medicamentos, lo que permite optimizar sus resultados farmacológicos y disminuir los efectos adversos. En ese contexto, las recomendaciones son respetar la dosis prescrita por el médico, verificando la fecha de vencimiento, adquiriéndolos siempre en lugares autorizados y descartando prácticas como la automedicación o la recomendación de medicamentos a terceros.