Un nuevo informe del Programa Conjunto de la ONU sobre el VIH/Sida ha indicado hace unos días que existe un camino claro que podría permitir poner fin a la enfermedad para el año 2030, una ruta que también ayudará a prepararnos mejor para futuras pandemias.

El documento del organismo ONU Sida estima que esto requiere un gran liderazgo político y mayores inversiones de los gobiernos en los programas de salud. En el mundo hay unas 39 millones de personas que tienen el Virus de Inmunodeficiencia Adquirida (VIH), según estimaciones de 2022, año en que fallecieron 630 mil personas de Sida, pero a la vez hay 9,2 millones de enfermos que siguen sin acceso a tratamiento. El organismo revela que es muy lamentable que unos 660.000 niños viven con el VIH en el mundo. De acuerdo con los esos datos, se estima que en Chile 77.000 personas viven con el virus.

Las claves para lograr el objetivo de superar la enfermedad son que los líderes políticos de cada país den prioridad al Sida, apuntando a guiarse por los datos científicos, abordando las desigualdades y garantizando el financiamiento suficiente para los programas de salud.

Por mucho tiempo, ha sido una enfermedad rodeada de prejuicios y con un fuerte estigma social, debido al desconocimiento de sus causas y desarrollo. Una parte de la población portadora del VIH no sabe que lo tiene, por lo que hay que llamar a la población en condición de riesgo a realizarse el test, porque en la medida en que haya una detección temprana y sigan los tratamientos en forma rigurosa, son mayores las posibilidades de llevarla controlada.

La lluvia en los últimos días ha dejado cientos de damnificados en la zona centro sur de Chile. Dada la magnitud de sus efectos, no solo la prensa reaccionó, también lo hicieron las autoridades del Gobierno, encabezados por el propio Presidente Boric, haciendo los anuncios que la emergencia ameritaba.

Paralelamente, en la Macrozona sur un duro castigo se deja caer, con promedio de dos ataques diarios, centrado el fuego terrorista en destrucción de escuelas, templos religiosos, construcciones de servicio comunitario, propiedades particulares, camiones y vehículos, que constituyen el mudo testigo de este actuar, sumado el permanente hostigamiento a funcionarios públicos con ataques y robos de sus vehículos cuando se desplazan por caminos comunales aislados a atender los requerimientos de la comunidad.

La reacción estatal es muy distinta a lo ocurrido con la emergencia climática, porque es claro que la "Emergencia Terrorista" no tiene el mismo trato, salvo reacciones de algunos parlamentarios y de las autoridades regionales, que desde sus respectivos cargos públicos comentan la gravedad de las acciones diarias que suman más destrucción y temor entre las víctimas afectadas y quienes viven en los sectores rurales de las regiones del Biobío, La Araucanía y Los Ríos.

Quienes somos víctimas de grupos que utilizan la representación del pueblo mapuche y sus especiales reivindicaciones para justificar sus delitos, esperamos un trato igualitario de la autoridad nacional ante el drama que vivimos a diario en la Macrozona Sur. Comprendiendo el difícil momento de las familias damnificadas en la zona central por las lluvias recientes y con quienes solidarizamos, nos preguntamos ¿cuál es la diferencia respecto de la afectación a las personas entre estas dos emergencias?

Ante esta cruda indiferencia que muestra el mundo público a la realidad del sur, es bueno saber qué sucede con los derechos humanos de niños y niñas, que son privados de su legitimo derecho a educarse o de los hombres y mujeres que no pueden recibir salud en los sectores más apartados de La Araucanía, que decir, con el derecho del libre tránsito por los caminos del país.

En nuestra opinión el Primer Mandatario debe actuar con mayor resolución frente a una emergencia histórica, que tiene sometida a varias regiones del sur al terror e instruir la aplicación de nuevas estrategias y formas de combatir el terrorismo, porque con más de lo mismo, léase nuevos Estados de Excepción, no ha sido suficiente.

Esta desidia y lentitud del Ejecutivo genera dolor que cada día se agranda entre quienes sufrimos el terrorismo. Al parecer para el Gobierno no es prioritario abordarlo, porque si lo fuera, no solo tendríamos otra percepción, sino también resultados concretos en su combate. Lo claro es que pese a comisiones de alto nivel funcionando, la visita de ministros en los últimos meses, la cruda realidad indica que esos esfuerzos no dan resultados, las cifras son claras, con un promedio de dos ataques diarios en el sur. Si eso no es suficiente, ¿cuánto más tendremos que sufrir para que nos tomen en cuenta?

Alejo Apraiz Contardo,

presidente Asociación de Víctimas Violencia Rural, AVVRU Araucanía