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Dermatitis atópica
En septiembre se conmemora el día mundial de la dermatitis atópica y, aunque podría ser un día para celebrar y conmemorar a todos los pacientes que la sufren, debemos ocuparnos en hacer un llamado a quienes trabajan en políticas de salud para que consideren a la dermatitis atópica severa como una enfermedad grave y de alto costo.
Muchas veces las enfermedades a la piel son subestimadas en su importancia y en el grado de afectación en la calidad de vida. Estas patologías son de las que más gastos generan a los pacientes y al sistema de salud completo, tanto así que se ha descrito que son responsables de generar hasta 48.6 millones de años perdidos y hasta 39 millones de años vividos con discapacidad relacionada con una enfermedad exclusivamente cutánea.
Las dermatitis son las que ocupan la mayor proporción de ese gasto; pensemos en lo complejo que es para una persona estar con una piel completamente enferma, asociado a síntomas invalidantes que afectan de manera significativa la calidad y la afectación emocional que puede incluso llegar a la ideación suicida. Si a eso le agregamos que hoy tenemos tratamientos altamente efectivos para tratarlas, pero de alto costo y por lo tanto, con un acceso muy limitado, el resultado es irremediablemente un paciente gravemente enfermo, médicos que debemos tratar pacientes de acuerdo a la realidad local y no con lo ideal en términos de evidencia, sumado a un sistema de salud saturado.
Con todo, hoy no es un día para celebrar. Lo que nuestros pacientes sufren y la falta de leyes que garanticen el acceso a medicamentos de alto costo para el tratamiento de la dermatitis atópica severa, merece una medida urgente.
Javier Arellano, dermatólogo, profesor Asociado de Dermatología Universidad de Chile
Jornadas de obispos 1983
En mayo 1983, los obispos de Calama, Copiapó, Talca, Linares, Temuco, Ancud y Punta Arenas, se reunieron en Chillán. Luego de hacer un diagnóstico de la realidad nacional concluyeron que, junto con proseguir en la defensa de los derechos humanos, procurando mejorarla, manifestaron la necesidad de capacitar a las comunidades cristianas en estas materias.
En el encuentro, también participaron, Juan de Castro (Vicario de la Solidaridad del Arzobispado de Santiago) y, en calidad de observadores los obispos Miguel Caviedes (Osorno) y Alberto Jara (Chillán).
El abogado de la Vicaría de la Solidaridad, Jaime Esponda, expresó "A la Iglesia, como institución educadora, le corresponde promover los derechos humanos en la conciencia de la gente; moverla a luchar por ellos. Es necesario, llevar el tema de los derechos humanos a las comunidades, impulsando su reflexión mediante jornadas, seminarios o talleres.
Así se logrará que la preocupación de la Iglesia por los derechos humanos siga siendo algo permanente y no tan solo un viento que pasó". Después, representantes de nueve diócesis, se reunieron en una jornada nacional el 27 junio de 1983 en Santiago.
Derico Cofré Catril
El sueño de la casa propia
Desde el inicio de nuestras vidas, escuchamos sobre el "sueño de la casa propia", pero lamentablemente, con el tiempo, nos hemos dado cuenta de que está muy lejos de hacerse realidad para la mayoría de las familias chilenas.
Recientemente, el INE publicó la Encuesta Suplementaria de Ingresos (ESI) donde muestra que menos de 3 de cada 10 personas podría comprar su vivienda propia. Esto, porque sólo un 28, 5% de la población recibe un ingreso mensual igual o superior a $800 mil pesos, piso mínimo exigible para un crédito hipotecario.
Ante esto, hay dos alternativas: o nos resignamos a la situación y simplemente renunciamos a este sueño, o intencionamos que otras alternativas de financiamiento entren con fuerza al sistema para que, de una vez, se logre la factibilidad real de optar a uno de los préstamos más importantes para las personas.
David Muñoz