Hace una semana se desarrolló en Nueva York la cumbre de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), y de acuerdo con el secretario general de la ONU, António Guterres, solo el 15% de las metas propuestas en 2015 van por buen camino, muchas de ellas van en retroceso. ¿Chile en cuál de estas situaciones se encuentra? De acuerdo con el Informe Nacional Voluntario Chile 2023, la implementación de los ODS "se ha visto gravemente afectada por los efectos de la pandemia covid-19, la crisis económica, medioambiental y las tensiones geopolíticas". En el mismo informe se señala que los actuales desafíos del país buscan encargarse de la desigualdad, el cambio climático y la erosión del tejido social. Me gustaría enfocarme en el primero, la desigualdad, enmarcada en el ODS 10 de "reducir la desigualdad en y entre países", ya que al parecer es uno de los ejes que retroceden.
En agosto se publicó la Encuesta Casen 2022 y varios titulares nos daban la "buena nueva", la pobreza disminuye. En efecto, la pobreza multidimensional y por ingresos se redujo, incluso si la comparamos con 2017. Estos resultados, a pesar de mostrar un "avance", no nos dejan con la sensación que debiera. Basta con mirar los resultados de la redistribución para darnos un baño frío de realidad, y es que estamos peor que en pandemia e incluso pre-pandemia. ¡Claro! Hay una pequeña disminución de los indicadores de desigualdad si nos enfocamos en el ingreso monetario, sabemos bien que en estos tiempos los subsidios han aumentado y han sido de gran ayuda para las familias del país, sin embargo, detengámonos en el ingreso del trabajo. Los datos muestran que todos los indicadores de desigualdad han aumentado. Es abismante ver cómo pasamos de ser un país cuyo 10% más rico de la población recibía ingresos que eran casi 32 veces los ingresos del 10% más pobre en 2017, a tener una relación de 61 veces en 2022, ¡justo ahora! Luego de pasar por una enorme crisis sanitaria que debía unirnos y solidarizarnos como país.
Bueno, pero no seamos tan estrictos, veamos el índice de Palma, este gran índice que deja fuera el sector medio de la economía, y analiza, como dice el economista Gabriel Palma, "cómo ricos y pobres se distribuyen la otra mitad de la torta". Los resultados nos llevan a la misma respuesta, la gran desigualdad de este país es consecuencia de ese no menor trozo de torta que se lleva el 10% más rico, el cual concentra ingresos que son 2,7 veces los ingresos del 40% más pobre de la población, superando los resultados de 2017. Pero bueno, podemos ser aún menos estrictos y considerar los ingresos autónomos, no solo los del trabajo. ¡Adelante!, la tendencia es la misma.
Alguna vez plante qué, dado que las cifras iniciales de desigualdad del país son muy altas, los avances han sido lentos y se necesitaría de un mayor esfuerzo del Gobierno y mayor inversión en capital humano, en el sentido amplio. Esta inversión, a su vez, implicaría un mayor nivel de PIB futuro, lo que repercutiría indirectamente en la reducción de la desigualdad. Sostengo, sin embargo, vemos que la reducción de la desigualdad no es solo lenta, alejándonos cada vez más del llamamiento de la ONU, sino que además retrocedemos. Es imperante enfocarnos en nuestro desgastado mercado laboral, en los salarios reales, tal vez potenciar la actividad económica digital y como dijo el secretario general de las Naciones Unidas en 2015: "Ahora es el momento de cumplir con nuestro compromiso de no dejar a nadie atrás".