Frases
"Para proyectarse como sociedad es importante tener una noción de dónde venimos".
Gustavo Lucero Ferreira,
"En la Constitución actual no hay derechos para las mujeres, entonces, objetivamente, lo que hay son ganancias".
Gloria Hutt,
"Para proyectarse como sociedad es importante tener una noción de dónde venimos".
Gustavo Lucero Ferreira,
"En la Constitución actual no hay derechos para las mujeres, entonces, objetivamente, lo que hay son ganancias".
Gloria Hutt,
En las últimas décadas, la sociedad se ha vuelto muy permeable al consumo, estimulada por las tendencias, las modas, el impulso de viajar, las facilidades que ofrecen los sistemas de endeudamiento, como tarjetas de créditos bancarias y comerciales, así como el expedito acceso a los préstamos y avances en dinero. Asimismo, es frecuente que a los jóvenes universitarios se les ofrezcan productos bancarios, lo que constituye un riesgo si se considera que aún se encuentran estudiando, no generan ingresos y dependen económicamente de sus familias, lo que supone que ingresarán al mercado laboral con compromisos financieros ya contraídos.
El endeudamiento no responsable, por sobre la capacidad de pago de las familias, ha llevado a un persistente aumento de la morosidad en nuestra región, que se acentúa en los períodos en que se deteriora la economía y el mercado del trabajo se restringe. Así, las personas que pierden sus empleos estables deben buscar otros más precarios, que en ocasiones sirven para sobrevivir pero no para asumir los compromisos que representa un endeudamiento excesivo y donde las perspectivas de encontrar un nuevo empleo se ven reducidas debido a la mala situación económica regional.
En el caso de los mayores tiene una connotación más grave, porque atrás de ese endeudamiento está la evidencia de las escuálidas pensiones y de sus necesidades de medicamentos no cubiertas.
Es importante tener claro los gastos fijos y saber cuál es el margen de ahorro y gasto familiar; no utilizar tarjetas de crédito en gastos pequeños y evitar aquellos que involucren pagar intereses, prefiriendo hacerlo en una o varias cuotas pero con precio contado. Por ello, hay que actuar con moderación al asumir esos compromisos, ya sea con las multitiendas, los supermercados, las financieras o la banca.
El tiempo corre veloz, siempre hacia adelante. En este mundo estamos sumergidos en la contingencia del trajín de cada día, que a veces pareciera absorberlo todo e impedirnos darle un sentido trascendente a los acontecimientos, con el peligro de que la vida se nos vuelva un agobio. El paso de los días nos señala que todos avanzamos hacia el futuro.
¿Cuál es ese futuro? Si a causa del pecado de nuestros primeros padres y la ausencia de la esperanza, la muerte se presentaba como motivo de tristeza (ver 1 Tes 4,13), la venida de Jesús, el Mesías prometido nacido de la Virgen María en Belén, hizo que cambiara radicalmente la percepción del futuro. Lo mejor está por venir. La muerte no es el fin de todo, sino el paso de esta vida a una definitiva y eterna, plena de alegría y paz.
Cristo viene a hacer "nuevas todas las cosas" (Ap 21,5). Él es el Salvador que quita todo lo malo y es la Vida que todo lo rejuvenece, elevándonos a todos a la dignidad de hijos de Dios, por el nacimiento nuevo del agua y del Espíritu Santo (ver Jn 3,5).
Sólo Jesús, el único Mesías, puede aplicarse a sí mismo las palabras de Isaías: "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres el Evangelio, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor" (Lc 4,18-19).
La vida eterna prometida y comunicada por Cristo, ya presente en nosotros por la gracia, nos hará pasar progresivamente de nuestra actual precariedad a una situación de alegría y paz personal y social insospechadas. El tiempo de Adviento está marcado por la esperanza cristiana y la alegría, que es su consecuencia. Por eso, para todos, la Navidad es tan hermosa.
Estas cuatro semanas de Adviento son un tiempo de gracia para nosotros, quienes nos hemos de hacer como niños ante Dios, sentirnos pobres en su presencia y reconocernos pecadores. Pero nos acercamos al Señor con confianza y seguridad, pues "en esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados" (1 Jn 4,10).
Se acerca nuestra liberación del pecado y de la muerte. Estemos vigilantes con la oración y la escucha de la Palabra de Dios. Anhelemos la venida del Señor, con la oración de los primeros cristianos, conservada en el idioma original arameo: "Marana tha" (Ven, Señor). No dejemos de suplicar, diciendo: "Ven Señor, Jesús", para que se establezca su reino eterno y universal de la verdad y la vida, de la santidad y la gracia, de la justicia, el amor y la paz.
Y contemplemos en este tiempo de Adviento a María, quien con fe, esperanza y amor estaba expectante ante el nacimiento de su Niño engendrado por obra del Espíritu Santo.