Frases
"Pucón sigue siendo un destino imperdible para los turistas nacionales de febrero".
Camila Silva,
"Siempre ocupo los canales digitales, y que a uno lo premien por esto, mucho mejor".
Gerardo Barra,
"Pucón sigue siendo un destino imperdible para los turistas nacionales de febrero".
Camila Silva,
"Siempre ocupo los canales digitales, y que a uno lo premien por esto, mucho mejor".
Gerardo Barra,
En la sociedad chilena contemporánea, la maternidad tardía ha surgido como un tema crucial de discusión, desafiando las nociones tradicionales sobre el timing "apropiado" para embarcarse en la maternidad. A medida que un número creciente de mujeres opta por postergar la experiencia de ser madres, se abre un diálogo necesario acerca de los desafíos y beneficios que conlleva esta decisión.
La decisión de retrasar la transición hacia la maternidad en Chile puede entenderse como una consecuencia de las transformaciones que nuestra sociedad ha experimentado en las últimas seis décadas. Según datos del Instituto Nacional de Estadísticas para el año 2021 se registraron 177,255 nacimientos, con el 47% de estos ocurriendo en mujeres de entre 30 y 39 años. El promedio de hijos por mujer en edad fértil se sitúa en 1.3. Estas tendencias están vinculadas a factores sociodemográficos como el nivel educativo, la ocupación y el estado civil. Se observa que mujeres con educación superior, mayores ingresos y casadas tienden a tener menos hijos y a una edad más avanzada. Estos cambios también están asociados con una mayor autonomía reproductiva, facilitada por la prevalencia del uso de anticonceptivos, resultado de políticas de salud pública implementadas desde la década de 1960 en nuestro país.
Estos cambios demográficos, explica Ximena Egas, matrona y académica de Obstetricia de la Universidad Andrés Bello, plantean un desafío significativo que requiere la implementación de políticas públicas adaptadas a esta nueva realidad. Es esencial abordar de manera integral el cuidado de la gestación y la crianza, reconociendo que, aunque la maternidad se posterga, las mujeres enfrentan los mismos cambios biológicos y emocionales inherentes a cualquier embarazo.
En el ámbito rural, en nuestras campiñas se extiende un paisaje a veces que nos lleva al paraíso por muchos rincones especialmente al sur, en la cordillera y en nuestro litoral. Desde tiempos inmemoriales, estas zonas han sido el sustento de generaciones, de emprendimientos y el desarrollo para el país. La magnificencia de su fertilidad se manifiesta en las vastas extensiones de cultivos y huertos, industrias y poblaciones rurales que adornan el horizonte, testimoniando la generosidad de la tierra, su cuidado y preservación: "Vivir la vocación de ser protectores de la obra de Dios es parte esencial de una existencia virtuosa, que no consiste en algo opcional ni en un aspecto secundario de la experiencia cristiana", nos dice el Papa Francisco (LS 217), que es parte de las consecuencias del encuentro con Jesucristo, que hace que las relaciones sean una verdadera conversión ecológica.
Durante la época estival, especialmente los campos del sur de Chile cobran un movimiento inusual, con la actividad de las cosechas y un movimiento sin igual de personas que se adentran hacia ella para procurar descanso y experimentar el innegable fortalecimiento que nos aporta la naturaleza al entrar en contacto amable con ella. Es el verano, y la familia campesina, los agricultores, ganaderos y el turismo cobran nuevamente un intenso ajetreo. Es un ciclo ancestral que se repite con devoción y gratitud cada temporada, con aquellas herramientas que se resisten a ser abandonadas y con la novedad de las últimas tecnologías aplicadas en el trabajo y extraer el fruto esperado de nuestra tierra.
Como en todo orden de cosas y de realidades tenemos desafíos y contradicciones por desgracia: las alertas, el estrés en la población por la temporada de los eventos incendiarios, la delincuencia rural, entre otros actos del ser humano. Por un lado, la cosmología nos enseña a querer y respetar el espíritu de la tierra y estar en armonía con ella porque somos uno con ella. No se explica ni se entiende que se la violente: yo la llamaría violencia intraexistencial, porque es nuestra casa común, es que se atenta contra la existencia misma de nuestros pueblos y de la diversidad que habita por nuestros campos. Alguien no estará de acuerdo con el punto. Bien. Llamo a la sensatez, al diálogo con encuentro y reconocimientos.
Quiero terminar, si me lo permiten, con un trozo de un himno de San Francisco de Asís que dice: "Y por la hermana tierra, que es toda bendición, la hermana madre tierra, que da en toda ocasión, las hierbas y los frutos y flores de color, y nos sustenta y rige: ¡loado, mi Señor!".