En Chile, la realidad de la violencia y el terrorismo actualmente, como es de público conocimiento, se concentra principalmente en la Macrozona Sur. El atentado con el triple asesinato de funcionarios policiales en Cañete es una muestra clara de ello. Entre 2013 y 2023 en la Macrozona Sur se materializaron 8.423 hechos de violencia, 56 personas fallecidas, 1.325 personas lesionadas y 4.630 bienes destruidos. El Índice Global de Terrorismo 2024 nos situó en el lugar 17 a nivel mundial y se acaba de cumplir dos años ininterrumpidos con un Estado de Excepción. Paradojalmente, en más de una década, no ha habido una sola condena por ley antiterrorista a partir de esos hechos. Hoy simplemente no se aplica.

En esto, la resolución 60/158 de Naciones Unidas ha sido muy clara: "Los actos, métodos y prácticas terroristas (…) son actividades orientadas hacia la destrucción de los derechos humanos, las libertades fundamentales y la democracia, amenazan la integridad territorial y la seguridad de los Estados".

Por ello, la discusión en la Cámara de Diputados de la nueva legislación antiterrorista resulta fundamental. Desde ya, lo aprobado constituye un avance, sin embargo, resulta crucial perfeccionarla en múltiples aspectos. Es indispensable explicitar una estrategia antiterrorista que aborde el fenómeno integralmente desde los 4 pilares fundamentales: prevención, protección, persecución y reparación. Tal como lo ha hecho España, la Unión Europea o Naciones Unidas. Adicionalmente, es necesario darle una regulación robusta a la estrategia con un plan contraterrorista de Estado y los controles parlamentarios adecuados para su cumplimiento.

Por otro lado, es importante, siguiendo el modelo del Código Penal español, ampliar las finalidades sobre las cuales se basa la conducta terrorista, la que inexplicablemente se ha restringido en la discusión. Asimismo, debe comprender todas las hipótesis del delito de incendio hoy presentes en el art. 476 del Código Penal. Del mismo modo, otros delitos como el de descarrilamiento contemplado en la Ley General de Ferrocarriles. Adicionalmente, la nueva legislación junto con tipificar el terrorismo asociativo debe hacerlo también respecto del terrorismo individual, incrementando las penas como es debido. Finalmente, las víctimas no pueden ser olvidadas, la reparación debe estar contenida en la nueva regulación.

Así las cosas, se requiere de una legislación moderna que afronte el terrorismo desde una perspectiva de Estado sin complejos y con todas las herramientas que permitan defender la democracia y los derechos fundamentales.

Pablo Urquízar M.

excoordinador Nacional de Seguridad de la Macrozona Sur

La crisis de la salud mental es una de las principales preocupaciones sanitarias en una parte importante del orbe. Sondeos recientes indican que en Chile casi el 40 por ciento de la población estima que los desórdenes mentales son la principal dificultad de salud, incluso por sobre la enfermedad de cáncer. La alta prevalencia de ansiedad y depresión, especialmente en jóvenes y adolescentes, y las campañas de concientización explican, en parte, esta razonable preocupación.

Así también, en paralelo a la concientización en salud mental, lamentablemente se ha instalado en la población una creciente tendencia a utilizar términos psicopatológicos para cualquier malestar emocional. De esta forma, un número cada vez mayor de personas, al experimentar dificultades, estrés o problemas que generan sufrimiento, etiquetan estas vivencias inmediatamente como si se tratase de enfermedades mentales.

La rápida propagación de esta perspectiva ha dado origen a situaciones inéditas, como, por ejemplo, que menores se refieran a las más mínimas dificultades como dando por hecho que sufren un cuadro de depresión.

De ahí que sea necesario que quienes manifiestan síntomas de algún problema de salud mental, tomen conciencia de ello o bien reciban el apoyo de otras personas y acudan a un médico especialista, que es el único profesional que puede determinar un diagnóstico certero y, de requerirse, el tratamiento farmacológico y la terapia indicada para enfrentar el problema.

A ello hay que agregar que jamás se debe recurrir a la automedicación o a la compra de medicamentos en el mercado informal, ya que no sólo agravará el problema, sino que puede tener peligrosas consecuencias.