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Estado de Excepción "permanente"
La incapacidad del Estado para enfrentar a tiempo, y con eficacia, la creciente violencia terrorista que lleva casi 30 años enquistada en la Macrozona Sur, obligó al gobierno anterior, y también al actual, a implementar medidas extraordinarias establecidas en la Constitución.
Se acaban de cumplir dos años ininterrumpidos desde que el Presidente Boric decidió aplicar Estado de Excepción en esa parte del país. Y si bien en un principio esta administración se opuso tenazmente, los resultados en estos 24 meses confirman que fue una determinación acertada: se redujo un 46% el número de personas fallecidas; disminuyó un 34% los hechos de violencia; bajó un 51% los inmuebles afectados; y cayó un 42% los vehículos y maquinarias destruidas.
Cabe destacar el buen trabajo que han desempeñado las policías y el Ministerio Público, con apoyo de las Fuerzas Armadas, lo que permitió, entre otros logros, la reciente condena a 23 años de cárcel de Héctor Llaitul, cabecilla de la CAM.
Con todo, el vil asesinato de 3 carabineros ocurrido en Cañete el 27 de abril pasado, nos recuerda que el Estado y el país están lejos de resolver este problema, por lo que hay que avanzar con sentido de urgencia en la agenda de seguridad que permita al Estado fortalecer y perfeccionar sus capacidades para enfrentar a estos grupos terroristas, hasta restablecer por completo el Estado de Derecho y el orden público en la Macrozona Sur, y así desescalar el Estado de Excepción.
Si bien se aprobó la Ley de Usurpación, que impulsé junto a un grupo de senadores, se necesita de forma prioritaria reformular la Ley Antiterrorista para que se comience a aplicar de una buena vez; también debemos contar con una Ley de Inteligencia moderna y acorde a los requerimientos que demanda el escenario actual de Chile para desbaratar a estas organizaciones, junto con aumentar la dotación de Carabineros y mejorar su equipamiento.
Necesitamos reparación para las víctimas y recuperar la paz en la Macrozona Sur. Ese es nuestro principal desafío.
Carmen Gloria Aravena, senadora Partido Republicano
¿Hay justicia en la justicia?
Hemos leído con atención algunas cartas y opiniones que han salido en este y otros medios, abordando diferentes casos sobre militares(r) condenados por delitos cometidos en 1973. Uno de ellos, sucedió en el regimiento Húsares de Angol, donde lamentablemente murieron dos jóvenes y que involucra a un grupo de militares de la época. Causa que fue previamente juzgada el año 2005 donde se sentenció al responsable confeso, rectificado por la Corte Suprema al igual que su prescripción. Luego en el Gobierno de Piñera fue reabierta, desconociendo pactos internacionales que han sido validados y rectificados por el Gobierno de Chile, me refiero al Pacto San José, que es la Carta Magna de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que dice que una persona no puede ser juzgada dos veces por la misma causa, de lo contrario se vulneran sus DD.HH. y ahora se vuelve a juzgar condenando a 13 personas que su único delito fue haber estado en el lugar y momento de los hechos.
De esta manera, 50 años después y con una edad avanzada, se les condena a 19 años de cárcel. En otras palabras, se les sentencia de muerte a personas de más de 75 años.
La impotencia y sentido de injusticia que sentimos es terrible, y solo imaginar todo lo que queda por venir para nuestro padre, hace que la desesperanza, y confianza en los estamentos del estado sea cada vez menor, de que de verdad van a hacer justicia.
A nuestro padre le enseñaron obediencia, orden, rigor, incluso a dar la vida, si es que fuera necesario, por su país. Y, como muchos, no participó de los hechos, lo cual se demuestra claramente en las más de 1.400 hojas del expediente de la causa y así y todo tiene una sentencia de 19 años al igual que las 13 personas que estuvieron destinadas en Angol ese día, por el solo haber estado ese día presente en los lamentables acontecimientos ocurridos.
A sus 75 años está a punto de pasar su última etapa de la vida en la cárcel. Y no queremos este tipo de despedida. Nos gustaría, sin duda, que estuviese en otra situación, disfrutando tranquilamente de su familia y de sus nietos. Pero no es así. La agonía parece infinita. Uno se pregunta, ¿hay justicia en la justicia? Ojalá que sí. La esperanza ha estado intacta en nuestra familia y no tenemos más alternativa que confiar, a pesar de todo, en la justicia y en que esta pesadilla no sea eterna.
Javier Tisi