Existe una lucha de valores entre el cristianismo bíblico y la ética y moralidad del mundo. Este conflicto lo enfrenta todo cristiano desde el momento de su conversión. Mucho de su campo de batalla se da en el área de la supervivencia: ¿Qué beneficio obtendré a través de esto?
El apóstol Pedro es un ejemplo de la lucha entre el yo y la vida centrada en Cristo. Pocos momentos después de que Pedro confesó la verdad fundamental de que Jesús es el Mesías, el Hijo del Dios viviente, se dejó confundir por la tentación de valores contrarios. En Mateo 16:21-28 encontramos su historia y lo primero que observamos es que habrá momentos en que los valores del mundo serán de gran tentación para nosotros (21-23). Y por cierto, esto es real, lo queramos aceptar o no. En el contexto del anuncio de la muerte de Jesús (21), lo vemos en Pedro (22) quien básicamente le dice: "Sálvate a como dé lugar. Sacrifica el deber por el placer. Sacrifica la causa de Dios por tu conveniencia personal". A más de eso, ocurre que se concentra tanto en el anuncio de la muerte de Jesús que pasa por alto el anuncio de su resurrección.
Ahora, obviamente este conflicto es promovido por Satanás. (23a). Claramente vemos que así como Satanás en las tentaciones a Jesús (Mat. 4:1-11), ahora Pedro quería apartar a Jesús del plan divino de salvación. Nosotros sabemos que el interés propio gobierna el mundo secular y Satanás es quien lo promueve como la razón de la existencia humana.
De hecho el slogan de Satanás es: "Todos los hombres tienen su precio. Algunos podrán aguantar más que otros, pero al fin de cuentas cada hombre preferirá lo suyo a las cosas de Dios". Lo peor de todo es que Satanás le ha hecho creer a muchos cristianos que ellos se están sirviendo a sí mismos, cuando en realidad le están sirviendo al mundo, a la carne y a las tinieblas.
Estimado lector, cualquiera puede evitar la cruz para lograr la muerte del "Yo" conformándose a este mundo y a sus caminos. Pero el hecho es que los creyentes hemos sido llamados más bien a reprender las obras de las tinieblas. (Ef 5:11).
Ser un cristiano que busca su satisfacción fuera de los propósitos de Dios, solamente asegura una existencia miserable. Esto lo aprendimos cuando leemos el libro de Eclesiastés. Cabe preguntar entonces, ¿qué cosa es de tanto valor que serviría como recompensa, o intercambio, por la pérdida del gozo y la paz que podemos disfrutar en Cristo? Si tu respuesta es "¡Nada!", ¿Dónde inviertes la mayor parte de tu tiempo, energía y dinero? ¿En las cosas temporales o en los esfuerzos eternales?
pastor Pablo Pinto Salamanca
Consejo Regional de Pastores Evangélicos de La Araucanía