Un lamentable inicio tuvo septiembre, en materia de accidentes de tránsito. Sólo durante el fin de semana que pasó, tres personas perdieron la vida en rutas de La Araucanía.

El primer accidente con saldo fatal se registró el sábado (31) en el kilómetro 35 de la Ruta S-46 de Teodoro Schmidt. Allí, un hombre de 43 años falleció luego de un choque entre un carretón y un automóvil particular. La segunda emergencia ocurrió el domingo (1), en el sector Quinta Faja de Gorbea, cuando tras perder el control de un automóvil, un hombre de 43 años pierde la vida luego de caer a la ribera de un río desde un puente. Finalmente, el mismo domingo, en el kilómetro 20 de la Ruta S-11-R de Lautaro, un hombre falleció tras caer de un tractor y ser arrollado por la misma máquina.

Se trata de tragedias en las que, si bien sus causas están bajo investigación, podrían haberse evitado de haber mediado mayor precaución por parte de los conductores. Y justamente hacía allá apuntan los esfuerzos de la autoridad en este mes, especialmente porque durante las Fiestas Patrias aumenta la circulación de vehículos por las rutas de la Región y con ello la posibilidad de ocurrir accidentes de tránsito. Más si a ello se agrega el relajo habitual que puede darse en días festivos, donde también aumenta la ingesta de comida y alcohol.

Por ello, es importante que los conductores tomen conciencia de los peligros a los que se exponen ellos y otras personas que circulan por el espacio público cuando se realiza una conducción imprudente.

De ese grado de responsabilidad y sentido común dependerá evitar más tragedias en las rutas de la Región.

Un lamentable inicio tuvo septiembre, en materia de accidentes de tránsito. Sólo durante el fin de semana que pasó, tres personas perdieron la vida en rutas de La Araucanía.

El primer accidente con saldo fatal se registró el sábado (31) en el kilómetro 35 de la Ruta S-46 de Teodoro Schmidt. Allí, un hombre de 43 años falleció luego de un choque entre un carretón y un automóvil particular. La segunda emergencia ocurrió el domingo (1), en el sector Quinta Faja de Gorbea, cuando tras perder el control de un automóvil, un hombre de 43 años pierde la vida luego de caer a la ribera de un río desde un puente. Finalmente, el mismo domingo, en el kilómetro 20 de la Ruta S-11-R de Lautaro, un hombre falleció tras caer de un tractor y ser arrollado por la misma máquina.

Se trata de tragedias en las que, si bien sus causas están bajo investigación, podrían haberse evitado de haber mediado mayor precaución por parte de los conductores. Y justamente hacía allá apuntan los esfuerzos de la autoridad en este mes, especialmente porque durante las Fiestas Patrias aumenta la circulación de vehículos por las rutas de la Región y con ello la posibilidad de ocurrir accidentes de tránsito. Más si a ello se agrega el relajo habitual que puede darse en días festivos, donde también aumenta la ingesta de comida y alcohol.

Por ello, es importante que los conductores tomen conciencia de los peligros a los que se exponen ellos y otras personas que circulan por el espacio público cuando se realiza una conducción imprudente.

De ese grado de responsabilidad y sentido común dependerá evitar más tragedias en las rutas de la Región.

El maltrato en instituciones educativas es una realidad sistémica que involucra a toda la comunidad educativa. Chile se encuentra en el lugar número 11 entre los 30 países con más bullying en el mundo según la ONG Internacional Bullying Sin Fronteras 2021-2022. El concepto de bullying se tiende a confundir con el de violencia escolar, la diferencia está en que mientras el bullying considera la violencia o maltrato que ejercen los estudiantes entre pares, la violencia escolar es un fenómeno amplio y muchas veces invisibilizado por razones administrativas y presiones para evitar sumarios y despidos.

La violencia escolar a diferencia del bullying abarca el maltrato ejercido por profesores, inspectores, o directores, hacia los alumnos y la de los niños y jóvenes hacia estas figuras de autoridad u otros miembros del contexto escolar. Existe poca investigación sobre la violencia escolar en el campo del maltrato de profesores a alumnos, sin embargo, padres, apoderados y estudiantes podrán reconocer el daño que este tipo de relación puede ocasionar. En este escenario de interacciones violentas cabe preguntarse: ¿es el contexto escolar un ambiente protector? Las medidas disciplinarias no apuntan a la resolución de conflictos y perpetúan el maltrato a través de acciones punitivas e invisibilización de los factores emocionales que intervienen.

Si aceptamos que la escuela tiende a ser, en términos simbólicos, un reflejo de su entorno, podremos observar con mayor claridad las interacciones abusivas y agresivas que se despliegan desde la institucionalidad, que van desde la administración de espacios cerrados y enrejados, hacinamiento y malas condiciones de infraestructura, hasta el maltrato físico, verbal y psicológico, además de la falta de gestión a la diversidad de género y cultural.

"La tierra es buena, la raza es la bruta" decía habitualmente un inspector de escuela a sus alumnos. Actitudes cómo ésta, sumado a la indefensión aprendida por niños maltratados ya desde sus casas, generan en el estudiantado un ambiente hostil compuesto de sentimientos de ansiedad, miedo e ira, sin mencionar el estrés propio de metodologías y procesos evaluativos que para muchos niños y adolescentes resultan difíciles de sobrellevar.

No es de extrañar que en este contexto institucionalmente maltratante, los niños, niñas y adolescentes estén encontrando refugio en las drogas o conductas disruptivas para hacer frente a un cotidiano amenazante y perpetuador del maltrato. Es necesario poner sobre la mesa no sólo aquellos hechos de violencia protagonizados por estudiantes, sino también transparentar y abordar la violencia institucional física y simbólica que se oculta tras las exigencias académicas, disciplinarias y la homologación a una sociedad competitiva y deshumanizante.

José Miguel Mora Muñoz,

Fundación Chilena para la Discapacidad Tutor, PDC Nueva Esperanza, Temuco.

El maltrato en instituciones educativas es una realidad sistémica que involucra a toda la comunidad educativa. Chile se encuentra en el lugar número 11 entre los 30 países con más bullying en el mundo según la ONG Internacional Bullying Sin Fronteras 2021-2022. El concepto de bullying se tiende a confundir con el de violencia escolar, la diferencia está en que mientras el bullying considera la violencia o maltrato que ejercen los estudiantes entre pares, la violencia escolar es un fenómeno amplio y muchas veces invisibilizado por razones administrativas y presiones para evitar sumarios y despidos.

La violencia escolar a diferencia del bullying abarca el maltrato ejercido por profesores, inspectores, o directores, hacia los alumnos y la de los niños y jóvenes hacia estas figuras de autoridad u otros miembros del contexto escolar. Existe poca investigación sobre la violencia escolar en el campo del maltrato de profesores a alumnos, sin embargo, padres, apoderados y estudiantes podrán reconocer el daño que este tipo de relación puede ocasionar. En este escenario de interacciones violentas cabe preguntarse: ¿es el contexto escolar un ambiente protector? Las medidas disciplinarias no apuntan a la resolución de conflictos y perpetúan el maltrato a través de acciones punitivas e invisibilización de los factores emocionales que intervienen.

Si aceptamos que la escuela tiende a ser, en términos simbólicos, un reflejo de su entorno, podremos observar con mayor claridad las interacciones abusivas y agresivas que se despliegan desde la institucionalidad, que van desde la administración de espacios cerrados y enrejados, hacinamiento y malas condiciones de infraestructura, hasta el maltrato físico, verbal y psicológico, además de la falta de gestión a la diversidad de género y cultural.

"La tierra es buena, la raza es la bruta" decía habitualmente un inspector de escuela a sus alumnos. Actitudes cómo ésta, sumado a la indefensión aprendida por niños maltratados ya desde sus casas, generan en el estudiantado un ambiente hostil compuesto de sentimientos de ansiedad, miedo e ira, sin mencionar el estrés propio de metodologías y procesos evaluativos que para muchos niños y adolescentes resultan difíciles de sobrellevar.

No es de extrañar que en este contexto institucionalmente maltratante, los niños, niñas y adolescentes estén encontrando refugio en las drogas o conductas disruptivas para hacer frente a un cotidiano amenazante y perpetuador del maltrato. Es necesario poner sobre la mesa no sólo aquellos hechos de violencia protagonizados por estudiantes, sino también transparentar y abordar la violencia institucional física y simbólica que se oculta tras las exigencias académicas, disciplinarias y la homologación a una sociedad competitiva y deshumanizante.

José Miguel Mora Muñoz,

Fundación Chilena para la Discapacidad Tutor, PDC Nueva Esperanza, Temuco.