Cambalache
Si se analizan las historias recientes de conflicto y crisis que han afectado al país durante los últimos 50 años, si se las mira por separado - con sus efectos incluidos - es como para agarrarse los pelos de la cabeza de lo fuerte que han sido. Sin embargo, el país ha sabido salir adelante, enfrentándolas de la mejor forma posible o, al menos, de la manera más adecuada para sacar la tarea y superar estos distintos hitos conflictivos.
La más dura ha sido, sin duda, el quiebre de la democracia en 1973, con el gobierno militar o dictadura para poner coto a un gobierno superado por sus fuerzas y expectativas, descoordinado y afectando al país en su marcha tradicional.
Enseguida viene el estallido social o delictivo o insurreccional, cuya concertación y planificación aún mantiene en ascuas al país y sus élites, que no han sido capaces de atinar en cuanto a explicar y detectar su planificación y desarrollo en su ocurrencia. Todo esto refleja la grave desconexión de las élites, habitando fundamentalmente en las cuatro comunas del barrio alto, con la ciudadanía, centrando toda su atención en una área metropolitana; que en ningún caso dominan y donde el poder narco se ha entronizado en complicidad con lo delictual; todo lo cual hace el país cada vez más complejo y, en este sentido, el que asumiera un nuevo gobierno con una votación secundaria en la primera vuelta con el Partido Comunista, con un protagonismo en su integración y planificación gruesa muy importante, ha sido y es un gran desafío para la nación.
Ahora último, la misma asunción de una pléyade de jóvenes sin experiencia, con muchas ganas, con su proyecto constitucional desbordado y no aprobado, así como objetado masivamente por la ciudadanía; le puso la proa decididamente al tema. Como lo expresaba Carlos Cardoen en un matutino capitalino hace poco: "están las oportunidades, pero las circunstancias fueron tales que tenemos a cargo gente joven que no tiene la capacidad mínima para poder garantizar un resultado medianamente exitoso. ¿Por qué? Porque se combinaron la ignorancia con la arrogancia, y eso hace un cóctel muy malo".
Cuando los políticos se desbandan la ciudadanía asume y centra el fiel de la balanza. Nos ha salido caro, sacrificando crecimiento y años de desarrollo para la ciudadanía, la intervención de estos estudiantes en práctica; pero esperamos como país que la experiencia que están adquiriendo, siendo el costo para Chile muy alto, pueda servir para que en futuras décadas estos puedan aportar dentro de los cauces normales que se dé en la nación para desarrollarse y no sea cuestionando el fondo de todo, como trataron de hacerlo ahora, para terminar no pudiendo estructurar ni construir nada.
Hoy en día estamos con el tema de la justicia que se arrastra por mucho tiempo, pero ya veremos que se llegará a una solución, si no la más óptima, una que nos permita salir de la atolladero y nos permita aprender de los errores cometidos. La pregunta clave es si con el excesivo centralismo y estado de descomposición de las élites capitalinas, seremos capaces de sacar adelante las tareas hoy en día. En el pasado no era tan exacerbada esta acumulación de poder. Hoy hemos caído en un hoyo negro que todo lo atrapa. Por lo tanto, es difícil pensar que la soluciones a nuestros permanentes problemas sociales y políticos que se nos presenten pueda surgir de los territorios, sometidos al yugo centralista, pero con la esencia aún intocada, que bien pudiera servir para darle el nuevo impulso de desarrollo que tanto necesita el país.