La Dirección Meteorológica de Chile declaró una alerta meteorológica por altas temperaturas desde la región de Valparaíso a la Región del Biobío, que se extenderá hasta hoy. Además, se declaró alerta amarilla por la misma condición para la provincia de Malleco, para esta jornada.

Se trata de un nuevo periodo de calor intenso, que en las últimas semanas se han repetido de manera periódica y que la Dirección Meteorológica de Chile advirtió que serán la tendencia más notoria durante esta temporada estival. De hecho, proyectaron en diciembre pasado que los eventos extremos de calor podrían presentarse en algunas zonas y, por eso, recomendaron a la población mantenerse informada y revisar el pronóstico del tiempo, así como las alertas meteorológicas que puedan ser emitidas.

Más allá de los altos registros de temperatura que se proyectan, es importante que la ciudadanía tome precauciones en torno a posibles incendios forestales y también respecto de los riesgos para las personas, por los efectos del calor extremo y la radiación ultravioleta.

Desde el Ministerio de Salud enfatizaron que las actividades al aire libre hay que diferirlas o realizarlas en las horas en que haya menos temperatura extrema. Además, en una preocupación especial con las poblaciones vulnerables, especialmente las que tienen enfermedades crónicas.

Consejos que parecen básicos, pero son muy relevantes, tienen relación con la necesidad de mantener la hidratación continua de niños y adultos mayores.

También las autoridades se refirieron a las altas temperaturas durante la noche, lo que conlleva problemas para dormir, lo que es especialmente importante para quienes no tienen vacaciones y mantienen sus horarios laborales. Los cuidados y medidas mínimas que se puedan mantener serán de utilidad estos días, pensando que no será el último evento que se presentará este verano.

La fiesta del Bautismo del Señor, al cerrar el tiempo de Navidad, marca un hito en la vida de Cristo y en la historia de la salvación. Jesús se acerca al río Jordán no solo para ser bautizado, sino para revelar su identidad y misión como el hijo amado del Padre (Cfr. Lucas 3, 15-16. 21-22). Este acontecimiento, lleno de simbolismo y profundidad espiritual, nos invita a reflexionar sobre cómo Jesucristo puede y debe ser el centro de nuestra vida y misión.

Jesús se acerca al bautismo con humildad, identificándose con los pecadores, aunque Él no tiene pecado. Este gesto revela su solidaridad con la humanidad y su disposición a asumir nuestra fragilidad. Al sumergirse en el agua, no solo inaugura su misión pública, sino que consagra la vida ordinaria como lugar donde Dios actúa y transforma nuestra historia.

En el momento en que el cielo se abre y se escucha la voz del Padre: "Tú eres mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección" (Lucas 3,22), Jesús es confirmado como el Mesías, el ungido enviado para reconciliar a la humanidad con Dios.

El bautismo de Jesús ilumina nuestro propio bautismo. A través de este sacramento, no solo somos liberados del pecado, sino también incorporados a la Iglesia y llamados a ser discípulos misioneros. Ser bautizados no es solo pertenecer a una comunidad, sino participar activamente en la misión de Cristo: anunciar el Reino de Dios, servir a los demás y trabajar por la justicia y la paz.

Centrar nuestra vida en Jesús significa permitir que su ejemplo y enseñanzas guíen cada aspecto de nuestra existencia. Nos desafía a vivir con humildad, como Él lo hizo, y a servir a los demás, especialmente a los más necesitados. En un mundo que promueve el individualismo y la autosuficiencia, el Bautismo de Jesús, nos recuerda que nuestra verdadera identidad está en relación con Dios y con los demás.

La voz del Padre que proclama a Jesús como su hijo amado nos recuerda que también nosotros somos amados por Dios. Esta certeza nos da fuerza para enfrentar las dificultades y nos impulsa a vivir con esperanza y alegría. Sin embargo, hacer de Jesús el centro de nuestra vida requiere un compromiso diario: orar, buscarlo en los sacramentos, y dejar que su amor transforme nuestras decisiones y acciones.

En un tiempo marcado por tantas divisiones y sufrimientos, el bautismo del Señor nos invita a renovar nuestro compromiso con la misión que hemos recibido. Como bautizados, estamos llamados a ser testigos del amor de Dios en nuestras familias, trabajos y comunidades.

Dejar que Jesús sea el centro de nuestra vida y misión nos desafía a ser más conscientes de nuestras palabras y acciones, buscando siempre reflejar su amor. Significa trabajar por la unidad, consolar a los que sufren y luchar por la dignidad de todas las personas.

monseñor Jorge Concha Cayuqueo,

obispo Diócesis San José de Temuco