Con ocasión de la canción representante de Chile en el Festival de Viña del Mar, con justificada razón muchos cristianos expresamos nuestro dolor por el contenido de esta canción, que ofende sentimientos profundamente arraigados en el corazón del pueblo creyente chileno, afectando a católicos y evangélicos, además de tantos otros que no comparten nuestra fe, pero si poseen el respeto básico a la persona humana y a sus creencias, aunque no las compartan.
No es conforme a la verdad presentar ante el mundo una canción de estas características como "representante de Chile", toda vez que el censo y las encuestas señalan que la mayoría de la población se declara cristiana y creyente en Dios.
Pero más allá de si los cristianos somos mayoría o no, el error de esta canción es acusar a la Palabra de Dios y a la enseñanza de la Iglesia de considerar criminales a las personas con tendencia homosexual. La Iglesia distingue entre la persona, que merece todo el respeto, y los actos homosexuales, que son de suyo contrarios a la dignidad de la persona.
Para expresar fielmente la enseñanza de la Iglesia, basada en la Palabra de Dios, cito al Catecismo de la Iglesia Católica:
"La homosexualidad designa las relaciones entre hombres o mujeres que experimentan una atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del mismo sexo. Reviste formas muy variadas a través de los siglos y las culturas. Su origen psíquico permanece en gran medida inexplicado. Apoyándose en la Sagrada Escritura que los presenta como depravaciones graves (cf Gn 19, 1-29; Rm 1, 24-27; 1 Co 6, 10; 1 Tm 1, 10), la Tradición ha declarado siempre que 'los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados'. Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso" (2357).
"Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas. Esta inclinación, objetivamente desordenada, constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición" (2358).
Además de lo anterior, hay que señalar que la canción en cuestión puede ser considerada blasfema por la parodia que hace del Padrenuestro.
Nuestra respuesta como cristianos a este tipo de acciones debe ser siempre según la verdad, con respeto, caridad y valentía, todo ello acompañado por la oración y la penitencia por quienes ofenden a Dios.
Monseñor Francisco Javier Stegmeier,