En medio de la devastación causada por los recientes incendios forestales, resplandece la entrega valerosa de todos quienes combatieron los incendios: brigadistas, bomberos y personal dedicado a cuidar de la ciudadanía. Es un hecho que se debe destacar y agradecer. Estos hombres y mujeres protegen vidas, hogares y muchos otros bienes que son esenciales para la vida. Cuanto se les debe agradecer porque exponen sus vidas, asumen riesgos por quienes ni siquiera conocen.
Solo en nuestra Región son numerosos los incendios que han debido enfrentar, confiando en sus habilidades y en los recursos disponibles. Todo indica que se ha aquilatado aprendizaje, se ha notado crecimiento en coordinación, prontitud y eficacia de parte de los diversos intervinientes. El resultado ha demostrado preparación, dedicación y entrega hasta el sacrificio de quienes están en "primera línea"; a ello se suma la solidaridad y el esfuerzo de la población local; entrega que no será en vano toda vez que se ha impedido el avance del fuego, que se salva la fauna, que se salva un árbol, las siembras, viviendas, fuentes de trabajo, la alimentación y los sueños de vida de muchas familias. Lo más importante, se salva la vida de tantas personas y sus hogares.
Se nota un mejor desempeño que años anteriores, pero es necesario hacer mucho más en la prevención de los incendios, ejercicio en el que la sociedad debe involucrarse más, bajo el liderazgo decidido de la autoridad. Bien se sabe que estos siniestros serán recurrentes, ya sea porque interviene algo tan grande como es el fenómeno del cambio climático o ya sea porque interviene la maldad del ser humano, algo que a veces se hace tan gravemente recurrente. Es posible que personas sin escrúpulos atenten contra la naturaleza y sin importar daños y perjuicios ocasionados a personas inocentes sin absolutamente ninguna justificación, pero es la justicia la que debe dilucidar esta eventualidad y proceder en consecuencia.
En la liturgia de este domingo el Profeta Jeremías nos dice "Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza". Él hace más pleno el sentido de lo que hace el ser humano, también de aquello que es grande y noble. Confiar en Él es fuente inagotable de seguridad e inspiración para el creyente. Alejados de Él poco o nada bueno se puede esperar.
En un mundo en que a veces el individualismo, el materialismo, la indiferencia nos confunden y nos distancia, el ejemplo de abnegación nos recuerda el valor del servicio. Nos enseña que la entrega sincera y la solidaridad, sostienen las sociedades, aun en los peores escenarios. Es un honor el servicio al bien común y es un deber nuestro ser agradecidos.
Hoy debemos agradecer y apoyar a quienes ponen su vida al servicio de todos. Su ejemplo nos anima a hacer frente a las tantas adversidades a las que somos expuestos como sociedad y nos anima a un mayor compromiso con la prevención, el cuidado y la protección, no solo de nuestros bienes materiales, sino también de los valores que nos hacen verdaderamente humanos y que nos unen.
Monseñor Jorge Concha Cayuqueo,