El pasado miércoles un informe oficial expuso errores críticos en la respuesta del Coordinador Eléctrico Nacional (CEN) sobre el apagón que afectó a gran parte del país el martes 25 de febrero. La investigación detalla fallos en la comunicación, omisiones y problemas en los sistemas de respaldo.

En el caso de La Araucanía, fueron distintos sectores los que paulatinamente comenzaron a reportar un corte que se extendió en una primera instancia por seis horas, y en algunos sectores hasta por once horas. La jornada reveló lo que hemos avanzado, pero también las brechas en materia de emergencia.

Hablar de que se avanzó mucho responde a la forma en que se abordó esta contingencia a nivel local, con una rápida coordinación de los servicios del Estado, centralizados en Senapred, y con una planificación óptima con miras a lo que sería un toque de queda por sólo ocho horas. Vale ahí destacar el comportamiento de la ciudadanía para dar cumplimiento al toque de queda, sin enfrentamientos ni hechos violentos que trajeran a la memoria recuerdos como los de los saqueos tras el terremoto o en la crisis social donde hubo medidas de este tipo.

Otro punto a considerar fue la decisión de decretar estado de excepción de catástrofe, adoptada para anticiparse a los efectos de una contingencia en la que pocas personas tenían respuestas claras.

Y es así donde están los desafíos que dejó el apagón. Por un lado, lo ocurrido expone lo endeble que es el sistema eléctrico nacional al paralizarse casi por completo el servicio en catorce regiones y la tarea que hay por delante de revisar cómo opera el sistema en cada región para evitar que la desconexión de una línea de transmisión tenga afectación a más de 1.100 kilómetros de distancia.

También surgen desafíos a nivel local, expuestos por los jefes comunales, y la falta de insumos para enfrentar una emergencia de estas características.

Queridos hermanos y hermanas, este primer domingo de Cuaresma, tiempo de reconciliación, se cumplen 24 días en que el Papa Francisco permanece internado en el Hospital Gemelli de Roma. Pero hace un mes, durante los días 10 y 11 de febrero, y solo tres días antes que se produjera su hospitalización, el Papa como cada año, dirigió su mensaje a los representantes de pueblos indígenas que participan en la quinta reunión del Foro Mundial de Desarrollo Agrícola en Roma, para saludarlos y animarles a trabajar por su reconocimiento y derechos ancestrales.

En esa oportunidad hizo un llamado a los representantes de las naciones, pidiéndoles que «se reconozca el valor de los pueblos indígenas», así como «el patrimonio ancestral de conocimientos y prácticas que enriquecen positivamente a la gran familia humana, coloreándola con las diversas características de sus tradiciones". El Papa reitera en su mensaje: «Defender estos derechos no es, por tanto, sólo una cuestión de justicia, sino la garantía de un futuro sostenible para todos".

Cito este mensaje, por su pertinencia para nuestro país y particularmente nuestra región. Seguramente en este mes de marzo, continuarán buscándose los acuerdos para el Informe de la "Comisión Presidencial para la Paz y Entendimiento", que de tener un buen éxito, sentará un precedente en el corto y mediano plazo para la convivencia regional y nacional.

Ojalá que, junto a los avances en ámbitos importantes, como el tema de tierras, derechos sociales y culturales, se den pasos para alcanzar el reconocimiento constitucional, hecho que sería fundamental y con muchas consecuencias para una convivencia más justa y armónica. Para esto se requiere grandeza y generosidad, altura de mira y de futuro, no solo por parte de la comisión, los representantes políticos, sino también por la sociedad entera.

Mi esperanza se sustenta en la representatividad con que se constituyó la comisión, ya que tiene el respaldo de 19 partidos políticos, cuya representación parlamentaria es, me parece, de carácter transversal, lo que puede ser garantía de acuerdos y a su vez de avances, tan anhelados por la región y el país. Que sea una comisión de Estado y no de Gobierno, es otra garantía de continuidad, para dar cumplimiento a los compromisos.

El entendimiento se sustenta en el diálogo, pero también en la voluntad y apertura para remover trabas, basado en el respeto y la justicia.

¡El entendimiento, es una de las condiciones básicas para instaurar una verdadera paz con justicia!

Jorge Concha Cayuqueo,

obispo Diócesis San José de Temuco