Se cumplieron cinco años desde que la Organización Mundial de la Salud declaró la emergencia sanitaria, por una pandemia de covid-19 que prácticamente paralizó el mundo.

Tres años duró la emergencia, que fue levantada el 11 de mayo de 2023, pero la pandemia costó la vida de alrededor de 7 millones de personas en todo el mundo. En nuestro país, el covid atacó a 5,2 millones de personas, y de ellas, fallecieron 52.554.

El mundo pasó de tener grandes interrogantes respecto a esta enfermedad desconocida hasta entonces, a adquirir experiencia, desarrollar la ciencia y la investigación hasta encontrar un mecanismo de inmunización. La declaración de emergencia sanitaria provocó en Chile un intenso despliegue público-privado para enfrentar una de las emergencias más grandes de la historia, por un virus que -según estiman hoy los especialistas- probablemente nació en algún laboratorio, más que de forma natural. Aunque los primeros esfuerzos estuvieron centrados en evitar un contagio masivo, con el paso del tiempo la prioridad, con el programa de vacunación, fue evitar muertes.

La OMS destacó que Chile se posicionó entre los cinco países del mundo "con las más altas coberturas de vacunación en adultos mayores y personal de la Salud".

Si bien la emergencia sanitaria es cosa del pasado, el Ministerio de Salud ha mantenido la vacunación contra el virus, en los grupos de mayor riesgo, ya que siempre hay contagios. Por eso, el 1 de marzo se inició la campaña de vacunación 2025, contra los virus respiratorios como la influenza y el covid 19, con el objetivo de que los grupos de mayor riesgo estén protegidos antes de que comience el invierno, estación en la que aumentan fuerte los virus respiratorios.

El 19 de marzo celebramos a San José, el casto esposo de la Virgen María y el hombre que amó con corazón de padre a Jesús. Es el mejor padre que ha existido en la tierra, porque es a quien el Padre de los cielos ha hecho participar de un modo más pleno de su paternidad.

Un padre humano será más perfecto mientras más se asemeje a su modelo divino. Así como el origen y medida de toda paternidad es la de Dios y no la paternidad biológica, se entiende que se puede ser plenamente padre sin necesidad de engendrar físicamente a un hijo. Es el caso de San José respecto a Jesús. Aunque no es su padre biológico, posee una paternidad que es mucho más parecida a la de Dios que a la común de los hombres. Esto explica que un padre adoptivo es verdadero padre del hijo adoptado, incluso puede serlo mucho mejor que un padre biológico.

El Papa Francisco decía: "Hoy se ha llegado a afirmar que nuestra sociedad es una «sociedad sin padres». En otros términos, especialmente en la cultura occidental, la figura del padre estaría simbólicamente ausente, desviada, desvanecida… La ausencia de la figura paterna en la vida de los pequeños y de los jóvenes produce lagunas y heridas que pueden ser incluso muy graves. Y, en efecto, las desviaciones de los niños y adolescentes pueden darse, en buena parte, por esta ausencia, por la carencia de ejemplos y de guías autorizados en su vida de todos los días, por la carencia de cercanía, la carencia de amor por parte de los padres. El sentimiento de orfandad que viven hoy muchos jóvenes es más profundo de lo que pensamos".

Es impresionante leer un testimonio de uno de los jóvenes que asesinó a Daniel Zamudio en el libro "Solos en la noche" de Rodrigo Fluxá. Lo voy a transcribir, por la fuerza con que expresa el sentirse solo, sin familia, sin madre y sin padre: "Esta vida no es mi vida. Este corazón no es mi corazón. Esta tristeza me mata por dentro. No me deja respirar. No me deja vivir en paz. No me deja reír. No me deja amar. Este corazón. Es un corazón hecho trizas. Este corazón. Son mil pedazos. Trizados por falta de amor. Por falta de felicidad. Por falta de una familia…". Son palabras desgarradoras de un victimario, pero que en el fondo hacen ver que es también una víctima.

Mucho de lo que le está pasando hoy a niños, adolescentes y jóvenes tiene su explicación en sentirse huérfanos. La agresividad, la violencia, la drogadicción y la delincuencia vienen a ser un desquite por la rabia que sienten por la ausencia de un padre en quien confiar, que los cuidara con bondad y amorosa solicitud, que ejerciera una autoridad justa y sabia, poniéndole límites para encauzarlos por las sendas de la verdad, el bien y la justicia.

San José nos recuerda que estamos hechos para crecer en una familia en la que está presente padre y madre.

Monseñor Francisco Javier Stegmeier,

obispo Diócesis de Villarrica